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  • Mitos frecuentes entre supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 3

    Justificación: Muchos supervivientes a la muerte de un ser querido a causa de suicidio necesitamos encontrarle una explicación a su conducta suicida. Esa explicación o justificación nos sirve muchas veces para reconciliarnos con el difunto y “perdonarle” el enorme dolor y sentimiento de abandono que nos provocó con su decisión. Es casi siempre por eso y porque nos angustia la duda de no saber “¿por qué lo hizo?”, que empezamos a buscar explicaciones simples: “porque tuvo una infancia difícil”, “porque estaba enfermo”, “porque el amor de su vida lo abandonó”, “porque sufría penurias económicas”, etc. Más allá de que algunas de estas explicaciones fáciles pudieran haber actuado como factores de riesgo o incluso como disparadores de la conducta suicida, debemos evitar pensarlas o expresarlas como causas únicas o principales, no solo porque simplificar de este modo el proceso suicida es incorrecto sino también porque es peligroso. Consecuencias: Asociar un acto suicida a una causa en particular pretendiendo de ese modo explicarlo o justificarlo solo favorece los procesos de identificación e imitación en personas vulnerables. Es decir, cualquiera que se sienta identificado con la causa o razón mencionada, por ejemplo, haber tenido una infancia difícil. Se sentirá de alguna manera habilitado para el pensamiento o el comportamiento suicida. Después de todo, si otro lo hizo por la misma causa, por qué no podría hacerlo también. Por este motivo, este tipo de justificaciones o explicaciones simples aumenta el riesgo de suicidio entre los supervivientes. Realidad: Hoy en día todos los especialistas y asociaciones para la prevención del suicidio alrededor del mundo aceptan que el suicidio es un fenómeno complejo y multicausal que acontece precedido de un largo proceso (ver el proceso suicida) y que las supuestas “causas” que a menudo se mencionan suelen ser solo uno más de los múltiples factores de riesgo que intervienen en un proceso suicida en particular. O, a lo sumo, un disparador, es decir, el último pensamiento que atormentó al difunto, la gota de agua que desbordó el vaso, nunca una causa. La prueba viviente de que un solo acontecimiento o circunstancia no sirve para justificar o explicar un suicidio son la gran mayoría de personas que habiendo padecido ese acontecimiento o circunstancia (por ejemplo una infancia difícil), no se suicidan. Otra forma de verlo es imaginar al proceso suicida como una balanza de platillos. En un lado se van sumando las innumerables vicisitudes que inevitablemente nos tocarán transitar durante nuestra vida, del otro los recursos y habilidades que vamos aprendiendo para hacerle frente a estas vicisitudes. El riesgo se incrementa cuando los problemas superan en mucho a los recursos inclinando la balanza hacia el pensamiento suicida, pero aún en estas circunstancias, nos queda la posibilidad de pedir ayuda y de este modo acercar más recursos. Por eso, si necesitamos una explicación para el suicidio de un ser querido, lo más simple que podemos decir, sin alejarnos mucho de la realidad, es que las vicisitudes acumuladas a lo largo de su vida le generaron un sufrimiento que se tornó insoportable porque no supo o no pudo procurarse los recursos necesarios para afrontarlas o pedir ayuda a tiempo. Ver también: Brindar Asistencia Primaria en caso de Duelo por Suicidio Homenaje a Nuestros Seres Queridos fallecidos a causa de Suicidio Mitos frecuentes entre supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 1 Mitos frecuentes entre supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 2

  • Mitos frecuentes entre supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 2

    Justificación: En algún momento del duelo por la muerte de un ser querido a causa de suicidio, la pena y la culpa por no haber sabido o podido evitar ese desenlace pueden ser tan intensos que muchos de los supervivientes pensamos también nosotros en el suicidio como una alternativa válida a tanto sufrimiento. Por suerte, en la gran mayoría de los casos, nuestro natural instinto de supervivencia nos impide llevar al acto esos pensamientos. Sin embargo, desde el dolor no lo vemos así, con mucha frecuencia sentimos que no tenemos el coraje necesario para hacerlo. Por oposición, con frecuencia pensamos que nuestro ser querido si lo tuvo, que fue muy valiente al llevar al acto sus pensamientos suicidas. También suele suceder que los sobrevivientes nos sentimos, además de dolidos, abandonados, y que culpemos al difunto por habernos causado con su decisión tanto sufrimiento. Nos enojamos con nuestro ser querido fallecido a causa de suicidio porque pensamos que, pese a su propio dolor, tendría que haber aguantado, tendría que haber hecho frente a sus problemas, no tendría que habernos dejado con tanto dolor pensando solo en su persona, sentimos que lo que hizo fue un acto cobarde. Ambos calificativos “valiente” o “cobarde” no solo son, como veremos, inapropiados, sino que también pueden ser peligrosos. Consecuencias: Al asociar el calificativo de “valiente” al acto suicida estamos generando una imagen romántica y edulcorada del comportamiento suicida y, como sabemos, esto puede generar procesos de identificación e imitación en nosotros mismos o en otras personas vulnerables. No hay problema en pensar o decir que nuestro ser querido fue valiente en relación a otras acciones de su vida, pero asociar cualquier valoración positiva al acto suicida solo aumenta el riesgo de suicidio para nosotros y para nuestros seres queridos. Asimismo, asociar el calificativo de “cobarde” al pensamiento o al comportamiento suicida solo alimenta el tabú que pesa sobre el tema del suicidio haciendo que quienes sufren por sus pensamientos suicidas sientan vergüenza y eviten hablar sobre lo que les pasa o lo que están sintiendo, bloqueando así toda posibilidad de conseguir la ayuda que necesitan. El análisis de los testimonios de personas que sufrieron pensamientos suicidas muy intensos o incluso llegaron a intentar un suicidio nos muestra que ambos calificativos son inapropiados. Realidad: Como dijimos, lo que nos cuentan quienes estuvieron al límite de pensar seriamente en el suicidio con intenciones claras o incluso llegaron al intento, es que en esos momentos de enajenación emocional no sienten que lo que están por hacer sea una decisión valiente o cobarde, no sienten que estén decidiendo nada, simplemente sienten que no tienen alternativas. En los últimos momentos no pueden medir las consecuencias de sus actos en el dolor que le provocarían a sus seres queridos, están demasiado sumergidos en su propio dolor como para poder evaluarlo. Tampoco imaginan su acción como un acto heroico merecedor de aplausos, simplemente no pueden ver otras opciones. Una acción valiente o cobarde requiere de una premeditación en la que el sujeto asume la responsabilidad de sus actos. Como vemos, esto no existe en el acto suicida, por lo que los calificativos de valiente o de cobarde resultan totalmente inapropiados. Ver también: Brindar Asistencia Primaria en caso de Duelo por Suicidio Homenaje a Nuestros Seres Queridos fallecidos a causa de Suicidio Mitos frecuentes entre supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 1

  • Mitos frecuentes entre supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 1

    Justificación: Muchos de los que perdimos a un ser querido a causa de suicidio hemos oído hablar de familias donde ocurren dos o más suicidios. Naturalmente pensamos si no habrá un componente hereditario que induce a los miembros de esas familias a cometer suicidio. Pensar en la posible existencia de este factor genético podría incluso servir de justificación frente al suicidio de nuestro ser querido y aliviar de algún modo nuestro dolor y nuestro sentimiento de abandono. No fue él o ella quien tomó la decisión, pensamos, su genética lo o la empujó hacia el acto suicida. Sin embargo, este pensamiento no sólo es falso sino que además es peligroso. Consecuencias: Esta creencia errónea genera temor entre los sobrevivientes a que el acto suicida de su ser querido se repita en otros miembros de la familia o en ellos mismos. Además puede aumentar la identificación psicológica con el familiar fallecido por suicidio potenciando un posible proceso suicida de los supervivientes. Realidad: La realidad científica es que no existe ningún estudio serio que indique que el comportamiento suicida se herede. Es cierto que la predisposición a padecer algunos trastornos mentales, como la esquizofrenia o la bipolaridad, que podrían actuar como factores de riesgo de la conducta suicida sí tiene componentes tanto hereditarios como ambientales. Pero, aún así, debemos distinguir entre factores de riesgo y causas. El comportamiento suicida no obedece al paradigma de causa y efecto, una abrumadora mayoría de personas que padecen los mencionados trastornos mentales y ni siquiera piensan en el suicidio lo demuestran. Otro factor de riesgo que podría confundirse con cuestiones hereditarias son los fenómenos de identificación e imitación. Las personas a las que queremos y apreciamos siempre son, para bien o para mal, modelos en nuestras vidas. Es por ese motivo, y no por cuestiones hereditarias, que se producen los llamados “suicidios en cadena” en algunas familias o comunidades. En muchos casos nos sentimos identificados con el sufrimiento que, imaginamos, padeció nuestro ser querido fallecido a causa de suicidio, y hasta algunos podemos sentirnos inducidos a imitar sus actos. No obstante, también aquí, un factor de riesgo nunca es condenatorio. Nosotros podemos y debemos escribir nuestra propia historia. Para esto es muy importante reconocer nuestra propia vulnerabilidad y buscar ayuda cada vez que la necesitemos. Los Grupos de Ayuda Mutua donde los sobrevivientes pueden hablar sin temor sobre lo que piensan, lo que sienten y lo que les pasa en relación a la muerte por suicidio de su ser querido, así como otros espacios de escucha y contención, y los procesos terapéuticos profesionales, pueden ser de gran ayuda. Ver también: Brindar Asistencia Primaria en caso de Duelo por Suicidio Homenaje a Nuestros Seres Queridos fallecidos a causa de Suicidio

  • Recuperarse del pensamiento suicida desde la Fe

    Hoy tengo 58 años. Siempre dí una mano a quien pude pero, bueno, no siempre nos va como queremos. Me tocó pasar cosas muy duras: en el 2004 perdí a mi padre, en el año 2012 perdí mi madre, me robaron 23 veces desde el año 2010 al 2012. En septiembre del año 2014, yendo a peregrinar a un lugar llamado Mailin, aquí en mi provincia de Santiago del Estero, Argentina, en el camino, fue en un descanso ( son cinco días de peregrinación) que comenzó mi infierno. Me desperté ahogado, como si se me hubiera bloqueado todo el sistema respiratorio. Fue muy feo, me quise quitar la vida. Lo intenté en ese momento de desesperación. Lo que nunca supe fue si me quedé dormido o me desmayé. Al otro día estuve bien, como si nada hubiera pasado. Pero al pasar las horas me volvió a agarrar y tuve que ir a buscar una psiquiatra. Empecé con medicamentos. Pasó una semana y nada. Empecé con tratamiento psicológico y nada. Mi vida era un infierno para mí desde que empezaba el día hasta la noche,  y después apenas podía dormir. Intenté quitarme la vida más de 100 veces hasta que alguien me invitó a una congregación evangélica y, gracias a Dios, pude empezar a salir de a poco. Hoy estoy agradecido a Dios y a la buena gente que se preocupó por mí. Ver también: Dejanos tu Testimonio en relación al Suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG

  • Secuelas de un Suicidio en Navidad

    Todo pasó una Navidad diez años atrás. Desde entonces dejamos de festejar la que era nuestra festividad familiar favorita. Solo tenía 14 años cuando todo esto pasó, y todavía puedo recordar cómo olía hasta el aire. Mi papá tomó la decisión de terminar con su dolor un 25 de diciembre. Al día de hoy no lo comprendo. Dejó una herida profunda en nuestra familia, y a mi con una duda para siempre: ¿Cómo fue que lo hizo justo cuando toda la vida se estaba acomodando para nosotros? Él tomo esa elección que a veces quisiera tomar yo, pero conozco el después del suicidio, y no quiero dejar una herida mucho más pesada en mi familia. Los amo mucho aunque mi dolor, hay días, me come por dentro. Ver también: Dejanos tu Testimonio en relación al Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG Brindar Asistencia Primaria en caso de Duelo por Suicidio

  • La escucha tan necesaria al transitar un duelo por suicidio

    Era una tarde del año 2006, yo tenía 29 años  y sucedió algo en mi entorno familiar que significó un antes y un después. Mi padre había sido diagnosticado de una ceguera paulatina a causa del glaucoma. El diagnóstico se llevó a cabo en mi presencia y dicho con mucha ética profesional, pero mi padre lo tomó de otro modo diferente. Al cabo de unos días preparó minuciosamente cada detalle, casi sigilosamente. Siendo cerca de las 14.30 hs, al oír un ruido fui al sector trasero de la casa y lo encontré. Se había quitado la vida. Hoy por hoy me pregunto cómo no intui el proceso de lo que acontecía. Si bien trabajaba en salud, no tenia acceso a nada relacionado a grupos, entidades u ong sobre suicidio, en ese momento trabajaba en un centro de referencia de la UBA y me aboque a tener fuerzas para trabajar. Busqué un psicólogo, me tomé un descanso y me fui a Bahía Blanca. Después de cierto tiempo conocí a una referente allí. Alguien que hacía cierto tiempo había perdido a su hijo a la edad de 14 años y viajaba por el sur ofreciendo charlas. Recuerdo la institución como "manos unidas por la paz". Con ella empecé un tránsito que me sirvió para saber que no era un acto único o aislado, pero solo participaba, quede como anestesiado. Hasta que un dia por medio de una publicación descubrí una ong que brindaba una charla e invitaba a participar, se llama " Hablemos de Suicidio", allí pude interactuar. Me ayudó a conectarme con personas que tras el hecho me depositaron su confianza y empecé a soltar, sigo desorganizado y con ganas de integrarme a los grupos. Lentamente me acomodo en las ideas. Hoy puedo expresarlo y hablar. Por eso gracias. Ver también: Brindar Asistencia Primaria en caso de Duelo por Suicidio Dejanos tu Testimonio de superación en relación al suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG

  • Relato de una sobreviviente a un intento de suicidio

    Soy sobreviviente de un intento de suicidio. Lo cometí y sobreviví. Después de las cirugías y la terapia intensiva me tocó conocer el acompañamiento terapéutico, las sesiones de psicología y psiquiatría, las medicaciones y volver a insertarme en la sociedad. Tengo familia. Faltan un montón de cosas por hacer. Faltan otras para quitar del camino, pero acá estoy , viviendo. Leo e investigo buscando el y los porque de lo que me tocó vivir. Puedo decir que si hubiese encontrado la contención y el acompañamiento en su momento no creo que hubiera llegado a lo que llegué. Sentirse sola, aún en familia. Sentirse desarmada, aún en familia. Mucho tuvo que ver la desinformación, el desconocimiento, brote psicótico, delirio místico , no sé. Pero me pasó y llevo las grandes cicatrices día a día. Sé que faltan cosas por superar pero hoy conozco las herramientas para darle el stop a los gatillos del cerebro. Todo esto que vive un suicida existe: el dolor, la tristeza, la angustia, las voces en la cabeza ,etc. Mi pedido es que me crean y que me acompañen. No todo tiene que terminar en el Instituto psiquiátrico con miles de medicaciones . Sigo agradecida a los que me acompañaron médicamente. Hoy por ellos y por las fuerzas de mi cuerpo para seguir viviendo, vivo . Y sé que para algo ha de ser. Ver también: Dejanos tu Testimonio de superación en relación al suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG

  • Historias de héroes derrotados: “El arte de resistir”

    Hace unos días leí en infobae una reseña del libro de Andrea Marcolongo, El arte de resistir: Lo que la Eneida nos enseña sobre cómo superar una crisis. https://www.infobae.com/leamos/2023/10/05/el-arte-de-resistir-lo-que-la-eneida-de-virgilio-nos-ensena-sobre-superar-la-adversidad-segun-andrea-marcolongo/ Traer la historia de Eneas al siglo XXI no es descabellado, por el contrario, el poema de Virgilio esconde enseñanzas muy actuales, seguramente atemporales, como todo lo que refiere a la naturaleza humana. Eneas fue un héroe derrotado, humillado y obligado a huir después del incendio de Troya, la historia que sigue a ese incidente tampoco es un camino allanado, más parece una interminable sucesión de desventuras. Tal vez el más notable mérito de Eneas, según rescata la autora de esta revisión, es haber sabido resistir frente a la adversidad hasta que sus esfuerzos se vieron recompensados y así, de esa tragedia inicial, surgió el imperio más poderoso que vio el occidente antiguo. El esquema narrativo de la Eneida no es nuevo, ni siquiera fue original en su tiempo. En narrativa, a este tipo de complicaciones se las suele llamar conflictos. Muchos narradores dicen que sin conflicto no hay historia. Si intentamos recordar las últimas novelas que leímos o las últimas series o películas que vimos podremos identificar en cada una de esas historias uno o varios conflictos, sin ellos la narración sería aburrida. Sin embargo, para nuestras propias vidas, no queremos conflictos, buscamos una felicidad y tranquilidad permanentes. Eso no sirve en la ficción y no existe en la realidad. Las vidas de los seres humanos, como las narraciones literarias, se componen de matices. Todos pasamos por momentos felices pero también por momentos de crisis, derrotas más o menos profundas, más o menos prolongadas. La pregunta es si cada uno de nosotros está preparado para resistir épocas de adversidad profunda y prolongada. Es ahí donde la historia de Eneas cobra vigencia en el siglo XXI. Una vigencia universal pero también personal para cada uno de nosotros. Los que conocimos el pensamiento suicida sabemos que la adversidad y el sufrimiento a veces nos seducen, nos muestran atajos y nos invitan a rendirnos. No tenemos ganas de vivir, no le encontramos sentido a la vida, y sin ese mínimo propósito la vida se transforma en una carga cada vez más difícil de llevar. Nos convertimos en héroes derrotados, como Eneas, y no vemos salida ni esperanza. Solo nos queda resistir hasta que algo aparezca en el horizonte, pero a veces sentimos que ya no tenemos fuerzas. En medio de ese naufragio emocional es necesario encontrar algo a que aferrarse, y cuando la propia vida está en juego cualquier hilo que nos conecte con el mundo puede servir. Una palabra de aliento, una luz de esperanza, el amor a un ser querido y hasta la culpa anticipada por el sufrimiento que nuestras decisiones seguramente traerán a quienes nos aman. La cuestión es resistir, hasta que un día, tal vez después de mucho tiempo, tal vez al costo de mucho esfuerzo y muchas pérdidas, vuelva a salir el sol, surja ese proyecto, esa idea que nos entusiasme y otra vez sintamos esas ganas de vivir. Recién entonces, mirando para atrás cómo quien recuerda las páginas ya leídas de la propia historia, sentiremos que todo ese esfuerzo y esa perseverancia valió la pena. Ver también: Dejanos tu Testimonio en relación al Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG Prevención Comunitaria del Suicidio

  • Recuperar el orgullo por ser Superviviente

    Cuando era chico no entendía del todo las quejas y el llanto de mi mamá, pero sí me daba cuenta de que algo estaba mal. No sabía cómo ayudar, ni pensaba que pudiera hacerlo. Mi principal preocupación era que no se supiera. Que nadie supiera que mi madre lloraba por las mañanas y decía sin tapujos que se quería suicidar. Tampoco pensé que hubiera un peligro real en ello, no tenía miedo, más bien tenía vergüenza. Nunca invitaba amigos a mi casa ni hablaba de mi madre en público. Así crecí. Cuando ya era un joven profesional ocurrió lo impensado. Mi mamá se suicidó. Ese fue el dolor más profundo en toda mi vida, pero por encima del dolor seguía estando la vergüenza. Mi mamá se había suicidado: eso no podía ser normal. Además, descubrí que la vergüenza no era solo mía. Mis familiares hablaban de la muerte de mi madre omitiendo la palabra suicidio. Hasta escuché decir que en realidad no se suicidó, que murió porque se le detuvo el corazón (como si hubiera otra forma de morir). Años después, torturado por la culpa que me dejó el suicidio de mi madre comencé a tener yo mismo pensamientos suicidas. Fue una etapa muy larga de miedo, desesperanza y, otra vez, vergüenza. Seguía pensando que algo estaba mal en mi madre y que eso mismo estaba mal en mi. Los demás no se tenían que enterar. Hice tratamientos psicológicos y psiquiátricos para intentar salir de lo que parecía una depresión interminable. Pocas veces hablé de mis pensamientos suicidas, incluso en terapia. Aún recuerdo la mirada del primer psicólogo al que le confesé mis ideas. En medio de un largo silencio, se puso pálido y con su expresión parecía decirme: “vos sí que estás jodido”. Recuerdo haber salido de la consulta más avergonzado que nunca y convencido de que había algo muy malo en mí con lo que debería luchar en soledad. Toda esta espiral descendente se detuvo cuando ingresé en un grupo barrial sobre pensamiento suicida que ya no existe. Allí me encontré con otras personas que contaban historias similares a las mías. Descubrí que lo que le pasó a mi mamá y lo que me pasaba a mi no eran cosas tan extrañas o infrecuentes. Por primera vez pude sentir que no era un bicho raro y hablar de lo que sentía sin sentirme juzgado y sin avergonzarme por ello. Ese fue el primer paso importante en mi recuperación. Luego de eso participé en varias asociaciones para la prevención del suicidio y me puse a estudiar sobre el tema para hacer difusión. Descubrí que el suicidio y el pensamiento suicida no son para nada raros: De hecho, el suicidio es una de las principales causas de muerte y el pensamiento suicida afecta en algún momento de sus vidas a la mitad de la población. El verdadero problema es el tabú social que pesa sobre el suicidio haciendo que los afectados, ya sea por pensamientos suicidas propios o de un ser querido, tengamos que vivir nuestro drama en soledad. No somos responsables de los desafíos que la vida nos propone. Sí de lo que hacemos con ellos. Por eso hoy me siento orgulloso de haber tenido una madre con pensamientos suicidas, de haber transitado el duelo por su muerte a causa de suicidio, de haber transitado mi propio infierno con pensamientos suicidas, y de que, a pesar de todo eso, estoy vivo. Soy un superviviente. Mis cicatrices me llenan de orgullo porque son la prueba fehaciente de que le dí lucha a mis fantasmas. Hasta ahora vengo ganando esa pelea y eso me enorgullece a tal punto que quisiera contagiar este sentimiento a todos los que están luchando contra sus propios pensamientos suicidas, acompañando a un ser querido en su lucha o transitando el duelo por una muerte a causa de suicidio. Esa es la razón de ser de Hablamos de Suicidio ONG. Que los que resultamos afectados por el drama del suicidio dejemos de sentir vergüenza por lo que nos tocó en la vida y comencemos a sentirnos orgullosos por la lucha que dimos o que estamos dando. Ver también: Dejanos tu testimonio de superación en relación al Suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG

  • Memorias de un sobreviviente al suicidio de un ser querido

    Quien estando en este mundo hemos llegado a tener padres, hijos, hermanos, parientes, amistades, pareja, o alguien que los quiera, no deberíamos pensar en el suicidio. Ni siquiera en esos momentos oscuros de la vida en que el amor de otras personas no nos llega, y comenzamos a dudar de que exista. En eso el amor es como el sol, no se ve en días de tormenta, pero como dice la canción: "siempre está". Mirando hacia atrás puedo reconocer que siempre amé a mi madre y que ella siempre me amó. No con ese amor edulcorado de frases bonitas, besos y abrazos, pero sí con ese otro amor rústico que se hace evidente en el cuidado. Ella siempre quiso lo mejor para nosotros, para mis hermanos y para mí; siempre hizo lo que estuvo a su alcance para evitar que sufriéramos. Entonces: ¿Por qué decidió suicidarse? ¿Por qué nos abandonó? ¿Por qué nos sometió al trauma más profundo y más largo, al menos para mí, que fue su ausencia? Más que su ausencia, su decisión de condenarnos a su ausencia. A sentir que no fuimos suficientemente valiosos ni siquiera para justificar su vida. La única explicación que puedo encontrar es que no lo sabía, que ni siquiera llegó a imaginar el enorme daño que le estaba causando a sus seres queridos y especialmente a sus hijos, a quienes, estoy seguro, no les deseaba ningún mal. El suicidio de un ser querido deja muchas preguntas abiertas. En otra época hubiera pagado cualquier precio por poder hablar unos minutos con mi difunta madre y hacerle algunas preguntas. No esas primeras preguntas simples como: ¿Por qué lo hiciste?, creo poder imaginar esa respuesta; mi pregunta en ese momento hubiera sido: ¿Por qué nos hiciste esto?, ¿Por qué nos abandonaste?, ¿Por qué no pensaste en tus hijos? Por suerte la vida me dio la oportunidad de hablar con cientos de personas con pensamientos suicidas, primero como operador voluntario en una línea de asistencia al suicida y luego como participante en los Grupos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio de Hablemos de Suicidio ONG. Entre todas esas personas, muchas me recordaban a mi madre: Mujeres de mediana edad, con hijos, agobiadas por conflictos en sus relaciones y, muy probablemente, transitando una depresión. Esos testimonios me dieron la oportunidad de escuchar, como si estuviera escuchando a mi propia madre, la respuesta a mis preguntas. En muchos de estos testimonios se repite casi invariablemente la frase: “Van a estar mejor sin mi”. Afortunadamente, el formato de grupo de ayuda mutua me da la oportunidad de confrontar ese convencimiento con mi propia historia. Además, los testimonios de otros familiares que sufrieron la pérdida de un ser querido a causa de suicidio lo confirman. Nunca los familiares estamos mejor, en muchos casos arrastramos un dolor persistente durante décadas y algunos hasta llegamos a pensar nosotros mismos también en el suicidio. Sé que vivir por el otro es una carga que puede resultar demasiado pesada, eso también lo aprendí en mi propia experiencia, además de escucharlo en otros testimonios. Entonces la tarea debe ser ese motivo, esa razón que le de sentido a nuestras vidas. Sé también que en esos momentos de oscuridad es difícil incluso imaginar que eso existe, que un día nos vamos a despertar entusiasmados y apasionados por una idea, un proyecto o un sueño. Cuando nada nos entusiasma ni nos apasiona es difícil incluso pensar que eso ocurrirá, pero ocurre, eso también lo puedo afirmar en base a mi experiencia y la experiencia de otros. No hay una receta ni una guía para encontrar eso que le otorgue sentido a la vida. La única pista que puedo dar es que no es en soledad, no es en aislamiento, no es en silencio. El sentido de la vida siempre es en relación a los otros y a los vínculos sanos que podamos construir, por eso sigo creyendo que los grupos de ayuda mutua son un buen lugar para comenzar a buscar. A mi madre ya no la puedo ayudar, pero hay otros que aún están sufriendo y que, tal vez sin darse cuenta podrían causar con una decisión desesperada un sufrimiento inmenso e innecesario a muchos más. Por eso, y fundamentalmente porque me ayuda en mi propia búsqueda de sentido, seguiré promoviendo los Grupos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio. Ver también: Dejanos tu Testimonio en relación al Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG

  • Día del Superviviente a la pérdida de un ser querido a causa de Suicidio

    El próximo sábado 18/11, como todos los años en el tercer sábado de Noviembre, vamos a conmemorar el Día Internacional del Superviviente a la muerte de un ser querido a causa de suicidio. Es un día en el que intentamos visibilizar la magnitud de este drama y el dolor que seguimos sufriendo los que quedamos vivos. Las personas que piensan seriamente en el suicidio no llegan entender la dimensión del daño que podrían producir a sus seres queridos, muchos ni siquiera la imaginan. En sus testimonios escuchamos frases como: “De todos modos estamos alejados”, “A ellos no les importa nada de mí”, “Sé que van a sufrir pero lo van a superar”, o incluso “Solo soy una carga” o “Van a estar mejor sin mí” Deben saber que no es así. Que aunque la vida nos separe circunstancialmente los vínculos afectivos son permanentes . Que sin importar lo que digamos en un momento de enojo, el amor siempre está. Que aunque no nos veamos a diario, los necesitamos. Que la pérdida de un ser querido a causa de suicidio sumerge a quienes quedamos vivos en un dolor inmenso de por vida. Que muchos de nosotros padecemos sentimientos de culpa que nos carcomen las entrañas. Que nos sentimos abandonados. Que desde nuestra impotencia a veces nos enojamos con los que se fueron por una decisión en la que no nos dejaron participar. Que la ausencia duele, mucho y para siempre. Que muchos de nosotros, frente a tal sufrimiento, llegamos a pensar también en el suicido, que algunos lo han intentado o han muerto continuando un ciclo de tragedia difícil de parar. Que siempre los vamos a querer. En los Grupos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio que organizamos en Hablemos de Suicidio ONG, con frecuencia se dan encuentros muy enriquecedores entre personas que padecen pensamientos suicidas y los que sufren por la muerte de un ser querido a causa de suicidio. Estos encuentros permiten a cada uno conocer la parte de la historia que por su particular circunstancia no pudieron dimensionar. Los que perdimos seres queridos a causa de suicidio tenemos la oportunidad de conocer las circunstancias que llevan a una persona a pensar en el suicidio y decirle esas palabras que no pudimos decirle en vida a nuestro ser querido. Y, a quienes están sufriendo por su particular circunstancia de vida un dolor tan intenso que los lleva a pensar en el suicidio, les permite ver las posibles consecuencias de sus actos en el sufrimiento de los que quedamos. Como supervivientes siempre estaremos a favor de la vida. De una vida plena que merezca ser vivida. No de un sufrimiento sostenido para no dañar al otro. Pero si, en el mientras tanto, vivir para el otro sirve de salvavidas, bienvenido sea. Sabemos que las circunstancias de la vida son cambiantes y que en algún momento volverá a aparecer esa ilusión, ese proyecto, ese entusiasmo que hace que vivir valga la pena. Pero para darnos esa oportunidad debemos mantenernos con vida. Por eso, les pedimos a todos los supervivientes a seres queridos fallecidos a causa de suicidio que rompamos el silencio. Que no nos escondamos más. Que mostremos nuestro dolor para que, quien esté pensando en el suicidio pueda volver a pensarlo. Desde Hablemos de suicidio los invitamos a expresar libremente lo que les pasa o lo que sienten desde: Nuestros Grupos de Ayuda mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio. Enviándonos tu testimonio para publicarlo en forma anónima en nuestro blog. Participando de nuestro Foro para la Prevención del Suicidio. Y también a rendir homenaje a su ser querido fallecido a causa de suicidio en Homenaje a nuestros seres queridos fallecidos a causa de suicidio.

  • Superar el dolor por la pérdida de una hermana a causa de suicidio

    Mi hermana falleció en 2020 a causa de suicidio. Luego de su muerte estuve muy mal. Fueron meses de una agonía interna. Es imposible decirlo, el dolor, el espanto, la vergüenza, lo que dicen los demás. Tuve que aprender a vivir con la pérdida por suicidio, tuve que sobrevivir a eso. Pensé que iba a morirme. Se me había apagado la luz y la alegría por muchos meses. Mi hermana tenía 42 años y yo 39. Pasó un 30 de septiembre. En ese momento la pandemia comenzaba a flexibilizarse. Ese día ella fue a trabajar. Me había dicho el día anterior que la esperara. Nunca llegó. Ella era artista y docente. Teníamos una relación de amigas, compañeras en la vida, nuestras diferencias y nuestros dolores compartidos. Hoy, a tres años, me siento mejor, puedo disfrutar lo que elijo hacer. Todos los días pienso en mi hermana. Todos los días negocio con esa ausencia. Me quedó un trauma de aquel día. Cuando suena el teléfono y es un familiar pienso que me van a avisar de una desgracia así. No salí sola de esa depresión, tuve a alguien que hasta hoy está a mi lado. En ese momento era una relación que recién empezábamos. Cuando pasó todo no se fue, me cuidó, me alentó, respetó las crisis, los rechazos, me acompañó cada día, cada hora negra. Yo no podía levantarme más temprano, no podía pensar, no podía llorar, no podía hacer nada. Sentía que todos los días eran cada vez peores desde ese día, era un dolor abismal. Pensaba que me iba a morir, que era irreversible. Después empecé a odiar todo, odié todo, rompí relaciones, rompí lo que ya no me servía, me quedé con nada. No trabajaba, no estudiaba. A todo esto tenía que acomodarme y pensar en sacar adelante a mi mamá. Me partía el alma verla mal. Hoy mi mamá está con fuerzas y sigue sus estudios de dibujo, pintura y cerámica que había comenzado en la pandemia. Yo empecé a estudiar otras carreras, tengo otro trabajo. Me centré en estudiar y así encontré sentido. Mi sueño es crear un jardín de infantes o un espacio recreativo para niños que lleve su nombre. Algún día lo haré. Ver también: Dejanos tu Testimonio de superación en relación al suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG Brindar Asistencia Primaria en caso de Duelo por Suicidio

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