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Conocer y Promover los Factores Protectores de la Conducta Suicida 

 

¿Qué es un factor protector de la conducta suicida?

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Un factor protector es cualquier situación o circunstancia que genere una reducción del riesgo al que está sometida una persona de incurrir en conductas suicidas. Desde la epidemiología se han estudiado cuáles son las condiciones que realmente reducen este riesgo. Las más importantes según la Organización Mundial de la Salud son:

 

Patrones familiares

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  • Buena relación con los miembros de la familia

  • Apoyo de la familia

 

Estilo cognitivo y personalidad

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  • Buenas habilidades sociales

  • Confianza en uno mismo, en la propia situación y logros

  • Búsqueda de ayuda cuando surgen dificultades, por ejemplo, en el trabajo escolar

  • Búsqueda de consejo cuando hay que elegir opciones importantes

  • Receptividad hacia las experiencias y soluciones de otras personas

  • Receptividad hacia conocimientos nuevos

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Factores culturales y sociodemográficos

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  • Integración social, por ejemplo participación en deportes, asociaciones religiosas, clubes y otras actividades

  • Buenas relaciones con compañeros 

  • Buenas relaciones con sus profesores y otros adultos

  • Apoyo de personas relevantes

 

Conocer cuales son los principales factores protectores de la conducta suicida es útil a nivel público para evaluar poblaciones y saber hacia donde dirigir las campañas de prevención del suicidio; también resulta útil en la atención primaria de salud mental para evaluar casos particulares y de este modo conocer fortalezas y debilidades frente a un posible riesgo de conducta suicida; sin embargo, es en el seno de la comunidad, en las interacciones cercanas, familiares, de amistad o casuales donde realmente se construyen o no los factores protectores. Por eso, es a nivel comunitario donde el conocimiento de los factores protectores de la conducta suicida resulta más útil. 

 

Si bien es cierto que algunos factores protectores resultan difíciles de modificar o de adquirir cuando están ausentes, siempre hay algo que se puede hacer para mitigar el efecto de esa falencia. Por ejemplo, cuando un niño no recibe apoyo de su familia, el mismo no puede hacer nada para cambiar esa situación, y desde instituciones como la escuela tampoco se puede hacer mucho, pero el niño puede buscar y la escuela ofrecer un modelo de relación alternativo y otras figuras adultas que puedan servir de referentes.

 

Otro aspecto importante que hay que mencionar sobre los factores protectores de la conducta suicida es que, así como su presencia no debe entenderse como un salvoconducto o un reaseguro de que no se incurrirá en conductas suicidas, su ausencia tampoco es condenatoria. La “protección” que ejercen los factores protectores es a nivel estadístico. Podemos decir que las personas que tienen la suerte de contar con ellos están sometidas a un menor riesgo de incurrir en conductas suicidas, pero nunca nadie está completamente a salvo, por eso, la tarea de promover los factores protectores y mitigar los factores de riesgo de la conducta suicida debe ser constante y abarcar a todos.

 

Prevención primaria de la conducta suicida

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Por lo dicho antes, las acciones comunitarias más efectivas para prevenir el suicidio son las que se llevan a cabo desde la comunidad, y las que se hacen efectivas mucho antes de que las situaciones de crisis o las fantasías suicidas aparezcan. Son aquellas que nos preparan para transitar las situaciones difíciles sin recurrir a pensamientos suicidas. A esta tarea, que es básicamente un proceso formativo, se la llama prevención primaria de la conducta suicida.

 

La prevención primaria de la conducta suicida consiste, fundamentalmente, en promover los factores protectores y mitigar los factores de  riesgo de la conducta suicida (de estos últimos hablaremos en otra página). Ver Mitigar los Factores de Riesgo de la Conducta Suicida.

 

Todos enfrentamos situaciones adversas, todos también transitamos crisis emocionales en algún momento de nuestras vidas. Quisiéramos que nuestros seres queridos no tengan que pasar por estas circunstancias. Sin embargo, sabemos que es imposible evitarlas. Tarde o temprano tendrán que enfrentar situaciones difíciles. La mejor estrategia, entonces, no es negar la realidad sino brindarles los recursos necesarios.

 

En el peor de los casos, las personas que, por cualquier motivo no llegaron a incorporar estos recursos, podrían caer en la desesperanza, la desesperación o generar pensamientos suicidas. Pero aún en esta situación, el camino de la recuperación debería incluir la incorporación de las herramientas necesarias para evitar recaídas ya que siempre, a cualquier edad y en cualquier circunstancia, podemos aprender.

 

En las páginas que siguen nos referimos a los principales recursos necesarios para transitar las situaciones difíciles de la vida sin incurrir en pensamientos suicidas y a cómo estos recursos pueden ser incorporados .

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