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La ayuda mutua en la prevención del suicidio

 

El suicidio como problema social

 

Uno de los conceptos erróneos pero ampliamente difundidos sobre el suicidio es el que nos dice que se trata de un problema individual. Como otros mitos, este también subsiste y se sigue difundiendo porque contiene algo de verdad. Desde su propia definición, el suicidio es el acto voluntario por el cual un individuo pone fin a su propia vida. Solo al individuo se lo nombra. No al otro, ni al ambiente familiar, ni al entorno social. Sin embargo, los estudios epidemiológicos de la conducta suicida determinan que los factores sociales o de relación son los que más inciden en aumentar el riesgo de la conducta suicida. El otro, la familia, los amigos y el entorno social definitivamente importan. No estamos con esto deslindando responsabilidades, nadie puede hacerse cargo de la vida de otra persona, solo pretendemos una mejor comprensión del suicidio en virtud de procurar estrategias más eficientes para su prevención.

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El suicidio es, definitivamente, una decisión individual, pero nunca una decisión completamente libre sino fuertemente influenciada por el ambiente familiar, comunitario y social. Visto desde otro lugar: la familia, la comunidad y la sociedad en su conjunto pueden hacer mucho para reducir el riesgo de suicidio.

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El sentimiento suicida


Las personas que llegan a pensar seriamente en el suicidio lo hacen en circunstancias y por motivos aparentes muy variados, pero luego de entrevistar a cientos de personas con pensamientos suicidas encontramos al menos dos sentimientos comunes a todas ellas: el sufrimiento y la soledad.

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Todas estas personas relatan circunstancias que les producen angustia o dolor emocional insoportable y, además, no encuentran otras alternativas, más que la propia muerte, para hacer que ese dolor pare. Por otra parte, todas ellas relatan algún tipo de soledad emocional profunda. Aún aquellos que viven en familia o tienen vidas sociales activas sienten que nadie entiende su situación y su sufrimiento, o temen contar lo que les pasa por miedo a ser juzgados. Muchos dicen literalmente: “A nadie le importa lo que me está pasando” o “Los demás estarán mejor sin mí”.

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Estos dos sentimientos, sufrimiento y soledad, actúan como pinzas que acorralan cada vez más a la persona, profundizando la idea de que no hay otra alternativa más que la muerte. Se produce entonces un efecto peligroso en el que se siente cada vez más angustiada y desesperanzada, alejándose cada vez más de aquellos que podrían brindarle compañía y aumentando así su sentimiento de soledad. Es necesario romper este círculo vicioso e intentar un acercamiento desde una escucha abierta, empática e indulgente.

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El valor de la experiencia


Todo esto que contamos, seguramente le resultará familiar a aquellos que alguna vez hayan sufrido pensamientos suicidas, sin embargo, podría resultar difícil de entender para quienes no hayan pasado por esa experiencia. Lo mismo puede decirse de otras circunstancias difíciles en relación al suicidio. No resulta fácil comprender la frustración o la vergüenza de quienes sobreviven a un intento de suicidio. Tampoco la impotencia de quienes acompañan a un familiar o amigo con pensamientos suicidas, o la culpa y el enojo de quienes sufrieron la muerte de un ser querido a causa de suicidio. Por más empáticos que pretendamos ser no nos resulta fácil entender en toda su profundidad aquellos sentimientos que nunca experimentamos. Por ese motivo, quienes hayan transitado situaciones difíciles en relación al suicidio están en una posición privilegiada para poder ayudar.

 

Los entornos hospitalarios, donde existe la voluntad de brindar escucha, contención y acompañamiento, son siempre beneficiosos para las personas que están transitando situaciones difíciles en relación al suicidio, pero si, además, quien escucha puede hacerlo desde ese conocimiento profundo de los sentimientos del otro que solo puede brindar la experiencia de vida, los resultados seguramente serán mejores.

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La cuestión del rol asumido


Otra característica muy frecuente en aquellas personas que sufren por sus pensamientos suicidas, y también en quienes transitan el duelo por la muerte de un ser querido a causa de suicidio, es la baja autoestima o el sentimiento de inutilidad. Estas personas suelen hablar muy mal de ellas mismas: que todo lo hacen mal, que no sirven para nada, etc. A su vez, piensan mucho en los agravios recibidos o las cosas malas que les pasan y suelen culpar a otras personas o a su mala suerte. Se sienten indefensas o incapaces de enfrentar un mundo exterior al que ven como una amenaza. Todos, en algún momento de nuestras vidas y en algún grado pasamos por etapas así. El verdadero problema comienza cuando estos pensamientos negativos se realimentan entre sí . También aquí es necesario romper este círculo vicioso para que no se consolide la “postura de víctima”.

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Muchas personas que trabajan en tareas asistenciales, especialmente en voluntariados, aún habiendo sufrido circunstancias difíciles en sus propias vidas, parecen haber encontrado la manera de salir de esta “postura de víctima”: ayudar a otros. Es que el rol de ayudar es incompatible con el rol de víctima. Para ayudar a otros necesitamos empoderarnos, tender la mano al caído desde una postura firme. Estas personas cuentan que ingresaron al voluntariado con la intención de ayudar pero al poco tiempo notaron que ellos mismos recibieron más que lo que dieron. “Ayudar hace bien”, nos dicen. Ver también Sumate al voluntariado.

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Todos podemos ayudar


Muchas veces escuchamos la excusa: “En el estado en que me encuentro no puedo ayudar a nadie”, y en algún sentido puede resultar válida; todo depende del tipo de ayuda que pretendamos dar. Es verdad que una persona abatida por sus propias preocupaciones o angustias tal vez no esté en condiciones de ofrecer determinados tipos de ayuda; sin embargo, el simple hecho de contar lo que le pasa y sentirse identificado, al menos en el dolor, con otro ser humano al que le pasan cosas parecidas, podría representar una ayuda invalorable. Dando un paso más, si esta persona logra salir al menos por un momento de su propia angustia o preocupación y escuchar el drama de otra persona, por el solo hecho de conocer ese sufrimiento podría brindar una escucha más profunda que otras personas que no pasaron por estas situaciones. Hay un viejo adagio que dice: “Nadie es tan pobre que no tenga nada para dar”. Quienes participan en grupos de ayuda mutua descubren que esa frase encierra una enorme verdad.

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Los grupos de ayuda mutua


Lo expresado hasta aquí es válido para todos los entornos sociales, comunitarios o familiares. Las personas que sufren por emociones negativas que las desbordan, como angustia, preocupación, desgano o desinterés, y en particular aquellas afectadas por pensamientos suicidas propios o de un ser querido, siempre resultan favorecidas en ambientes hospitalarios donde encuentren escucha, contención, comprensión y acompañamiento. Sin embargo, los problemas específicos muchas veces no son suficientemente comprendidos por nuestras relaciones habituales. De ahí la importancia de los grupos de ayuda mutua para compartir estos problemas.

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Desde la década del 30’ en que aparecieron los primeros grupos de Alcohólicos Anónimos, el esquema de Grupos de Ayuda Mutua se difundió cada vez más lejos y para problemas o circunstancias de vida cada vez más variadas, desde todo tipo de adicciones, grupos de duelo, grupos de lactancia para madres y muchos más. Si bien el suicidio es un problema social grave por sus consecuencias y extenso por la cantidad de afectados, pocas veces se ha intentado reunir grupos de ayuda mutua para personas afectadas por el drama del suicidio. El principal motivo es el tabú sobre el tema del Suicidio. Por eso, desde Hablemos de Suicidio ONG, nuestros principales objetivos son:

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1- Promover la creación de espacios de escucha, contención y acompañamiento en general, y grupos de ayuda mutua en particular, para personas afectadas por el problema del suicidio. Ver Grupos de Ayuda Mutua en temas relacionados con el Suicidio

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2- Trabajar desde la difusión y la formación para ir venciendo ese tabú que pesa sobre el tema del Suicidio, que muchas veces impide a las personas afectadas recibir la ayuda que necesitan. Ver Venciendo el Tabú del Suicidio

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Hablemos de Suicidio ONG

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