top of page

 

Estar Presentes para Prevenir el Suicidio

 

Hasta aquí nos referimos a todo lo que podemos hacer antes de que los pensamientos suicidas aparezcan: Transmitir Valores para Prevenir el Suicidio, Transmitir Habilidades Sociales para Prevenir el Suicidio, Transmitir Actitudes Positivas para Prevenir el Suicidio. A todas estas acciones, que se aplican especialmente a niños, adolescentes y jóvenes, pero que en realidad las necesitamos todos, las llamamos Prevención Primaria de la Conducta Suicida. Su propósito es evitar que los pensamientos suicidas aparezcan proveyendo a las personas de los recursos necesarios para afrontar las inevitables vicisitudes de su vida sin recurrir a ellos. Sin embargo, sabemos que este propósito no siempre se alcanza. De acuerdo a algunas estimaciones, más de la mitad de las personas tuvo o tendrá pensamientos suicidas a lo largo de su vida. La pregunta es entonces: ¿Cómo detectar cuándo esos pensamientos suicidas aparecen?, o en términos más concretos: ¿Cómo saber cuándo un ser querido o un contacto cercano está atravesando una crisis o un problema personal?

​

Advertencia para sobrevivientes del suicidio de un ser querido


Los que hemos perdido un ser querido a causa de suicidio solemos torturarnos con preguntas tales como: ¿Por qué no hice tal cosa?, ¿Por qué hice tal otra? o, ¿Qué tendría que haber hecho? A quienes aún tienen ese tipo de pensamientos, además de recordarles que es injusto, e incluso cruel, juzgar nuestras conductas pasadas con los recursos y aprendizajes que tenemos hoy, y recomendarle nuestra página Asistencia Primaria en caso de Duelo por Suicidio, debemos decirle que tal vez no sea conveniente que lean esta u otras páginas sobre prevención del suicidio hasta tener su propio sentimiento de culpa razonablemente elaborado. La prevención del suicidio, como cualquier otra acción de prevención, mira siempre hacia adelante, hacia los que aún están vivos y pueden recibir ayuda. Nada podemos hacer por los que ya partieron a causa de suicidio, pero si podemos aprender para ayudar a otros.

​

El suicidio: un proceso silencioso


Es extraño que no nos hagamos con mayor frecuencia preguntas tan fundamentales como las que cierran el primer párrafo. La razón es simple, nadie se pregunta lo que cree saber. Realmente creemos que si un ser querido o incluso un contacto cercano como un compañero de trabajo o de estudio sufriera de un dolor emocional lo suficientemente intenso como para hacerlo pensar en el suicidio, nosotros nos daríamos cuenta. ¿Cómo no notarlo? Seguramente lo veríamos triste, distraído, fuera de sí. Seguramente nos diría cómo se siente y nos pediría ayuda... Lamentablemente, todo esto, en la mayoría de los casos, no ocurre. Las personas con pensamientos suicidas suelen sentir vergüenza de los que les pasa y lo que sienten, no hablan de ello e intentan disimular sus estados de ánimo. El simple hecho de pensar en el suicidio puede proporcionarles cierto alivio, por imaginarlo como una salida a su sufrimiento, que les permite afrontar el diario vivir sin llamar la atención. Muchos no quieren preocupar a sus seres queridos, lo que les proporciona un motivo más para disimular. Otros comienzan a  sentir que nada ni nadie podría ayudarlos por lo que desisten de todo pedido de ayuda. O bien tienen miedo de perjudicar su imagen pública, ser considerados locos o emocionalmente inestables. Además de todo esto, los familiares o los contactos cercanos también tienen razones para no ver las pocas señales que podrían escapar al ocultamiento. La costumbre o la familiaridad podría hacer pasar por naturales signos que deberían llamarnos la atención. La negación podría estar haciendo otro tanto: La realidad es que nadie está preparado para pensar, ni siquiera imaginar, que un ser querido está pensando en provocar su propia muerte. 

​

No esperar señales de advertencia


En muchos textos sobre prevención del suicidio nos hablan de "señales de advertencia" como si fueran algo evidente que todos pudiéramos ver. Si bien estas señales podrían eventualmente aparecer en algunos casos, por lo expresado en el apartado anterior y en base a testimonios de decenas de familiares sobrevivientes del suicidio de un ser querido, podemos decir que las señales de advertencia, en la mayoría de los casos, o no están o no son fácilmente detectables para los familiares y los contactos más cercanos. La realidad es que las personas con pensamientos suicidas pueden incluso mostrarse activas y alegres hasta el último momento. Por eso creemos que nuestra mejor recomendación es no esperar señales de advertencia.

​

¿Qué podemos hacer para saber cuando un ser querido o contacto cercano está pensando en el suicidio?


Como vimos hasta aquí, saber lo que le está pasando, incluso a las personas que viven bajo nuestro mismo techo, no es tan fácil como podría parecernos. Sin embargo, es importante que lo sepamos, al menos cuando hay fantasías de muerte o pensamientos suicidas, porque no se puede prevenir lo que se ignora. Lo que sigue son solo algunas recomendaciones que podrían aumentar las probabilidades de que, en caso de que un ser querido o contacto cercano esté pensando en el suicidio, nos lo diga o pida ayuda de otro modo. Pero aquí tenemos que hacer otra advertencia: En prevención de suicidio solo podemos hablar de probabilidades, nunca de certezas. El suicidio de un ser querido o un contacto cercano es y siempre será un hecho que escapa a nuestra voluntad por lo que, aún poniendo nuestro mejor empeño no siempre se puede evitar. Dicho esto, también debemos decir que nuestras probabilidades de poder brindar ayuda a una persona con pensamientos suicidas son altas y podrían en muchos casos ayudarla a salvar su vida, por lo que vale la pena intentarlo.

​

Estar atentos


El principal problema para que un familiar o contacto cercano detecte los pensamientos suicidas de otro sigue siendo la negación. Nos resulta difícil asumir que nuestros seres queridos podrían estar en riesgo. Incluso frente a señales muy concretas como que lo diga con todas las letras: “Me quiero matar”, podríamos pensar que está exagerando, que no lo piensa realmente o que nos quiere manipular. Mucho más fácil nos resulta ignorar el problema cuando las señales son ambiguas o no se presentan. Nos preocupamos, en cambio, de que un ser querido sufra un accidente de tránsito o sea víctima de la inseguridad pero, por algún motivo, ignoramos el riesgo de suicidio que tiene un orden de magnitud similar o incluso mayor que los riesgos mencionados. El primer paso para lograr una prevención comunitaria del suicidio efectiva es, sin duda, asumir que el suicidio existe y que nuestros seres queridos podrían estar potencialmente en riesgo.

​

Estar presentes


La vida moderna nos exige ocuparnos de múltiples actividades, como resultado de ello el tiempo que le dedicamos a la familia necesariamente se reduce. Mucho se habló de compensar cantidad de tiempo con calidad pero, muchas veces, estas mismas exigencias nos envuelven en preocupaciones y, realmente, no estamos con nuestros seres queridos ni siquiera durante el tiempo que pasamos con ellos. Tomar conciencia de que esto está pasando es el primer paso para establecer prioridades y lograr algún cambio. Los seres humanos somos animales gregarios, estar con otros es una necesidad básica para nosotros como comer o dormir. Si lo pensamos desde ese lugar nos daremos cuenta de que dedicar tiempo a nuestros seres queridos en cantidad y calidad suficiente como para construir vínculos sólidos es necesario. Estar presentes, compartir actividades, conversar de temas profundos o triviales, reír y llorar junto a nuestros seres queridos debería ser prioridad, y es una condición necesaria, aunque no suficiente para saber qué les está pasando.

​

Aprender a escuchar


Estar atentos y presentes, física y emocionalmente, son, sin duda, condiciones necesarias para saber qué le está pasando a nuestros seres queridos. El siguiente paso es aprender a escuchar. Todos sabemos que hay personas que saben escuchar mejor que otras. No solo lo sabemos sino que recurrimos a estas personas cada vez que tenemos un problema. Lo bueno es que la habilidad para escuchar puede aprenderse y entrenarse. Si lo hacemos, es probable que nosotros seamos esas personas a las que nuestros seres queridos o contactos cercanos recurran cuando tengan un problema grande o pequeño. Esto, por supuesto, aumenta en mucho la probabilidad de que podamos enterarnos cuando realmente ocurra algo grave como tener fantasías de muerte o pensamientos suicidas. Las pautas básicas de la buena escucha, a la que llamaremos “escucha activa”, son: prestar atención, no interrumpir, invitar a hablar con preguntas abiertas, no juzgar ni criticar, no dar consejos que no nos piden ni soluciones facilistas, validar sentimientos y valorar fortalezas. Ver también Escucha Activa en temas relacionados con el Suicidio.

​

Estar abiertos a brindar ayuda


Somos animales de costumbre: volvemos a buscar donde ya encontramos antes. A muchos nos cuesta pedir ayuda, tal vez porque las malas experiencias nos han indicado que es mejor arreglarnos solos. Eso es lo que debemos erradicar. ¿Cómo? Brindando una experiencia amable a quien nos pide ayuda. 


Cuando nos enteramos por terceros de que un amigo estuvo en problemas solemos enojarnos y preguntarle: “¿Por qué no me lo contaste a mi?” La respuesta suele ser: “No quería molestarte”, o bien: “No quise preocuparte”. La pregunta que nos deberíamos hacer es si nos mostramos molestos o preocupados otras veces que nos pidió ayuda o nos contó un problema. Tal vez no fuimos nosotros, tal vez fue toda una experiencia de vida que lleva a muchas personas a pensar que si cuentan un problema o piden ayuda quien los escuche se mostrará molesto o preocupado. Con más razón debemos luchar contra esta idea.

 
No debemos esperar a que un ser querido nos cuente de sus pensamientos suicidas para comenzar. Ese día nunca llegará si no nos mostramos abiertos a escuchar y a brindar ayuda desde mucho antes. Cuando nuestro hijo nos pide que lo ayudemos con la tarea o cuando un amigo nos cuenta de una discusión con su compañero de trabajo es el momento. Si nos mostramos abiertos a la escucha, amables y dispuestos, además de afianzar nuestros vínculos, estaremos abriendo una puerta para cuando haya problemas realmente graves.

​

Animarse a preguntar


Estar atentos, presentes, saber escuchar y mostrarnos abiertos a brindar ayuda puede ser suficiente para que un ser querido o contacto cercano nos cuente un problema importante, incluso si éste incluye fantasías de muerte o pensamientos suicidas. Sin embargo, dar el primer paso siempre es difícil, por lo que casi siempre la pregunta es necesaria. Muchas veces no nos animamos a preguntar por pudor o porque sentimos que estamos invadiendo la privacidad del otro. Sin embargo preguntar no es invadir sino abrir una puerta en la que es el otro el que decide si entra o no. 


Como dijimos antes, las señales pueden ser mínimas y difíciles de detectar, por lo que no debemos desestimar ninguna. Cuando un ser querido o un contacto cercano se muestra o actúa diferente, la pregunta “Te noto distinto, ¿te pasa algo?” nunca está demás. Lo más probable es que nos responda con una evasiva: “No, nada, estoy bien”. Está en su derecho de preservar su intimidad. Pero al menos sabrá que lo que siente y lo que le pasa nos importa.

​

Conclusión


Como dijimos antes, algunas veces, nada de esto es suficiente. El ocultamiento del Proceso Suicida puede ser muy fuerte. Sin embargo, estas pautas básicas pueden reducir el riesgo de suicidio para nuestros seres queridos, incluso sin que nosotros nos enteremos. 

​

bottom of page