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El suicidio se puede prevenir

 

El otro obstáculo que nos impide como sociedad asumir la prevención del suicidio como una prioridad y estar dispuestos a formarnos comunitariamente para hacerle frente a este flagelo, como lo hacemos para prevenir los accidentes de tránsito, los trastornos cardiovasculares, el cáncer de mama o tantos otros riesgos, es la creencia de que, en el caso del suicidio, nada puede hacerse o al menos nada pueden hacer los ciudadanos comunes. Esta creencia tiene a su vez varias justificaciones que analizaremos aquí.

 

Justificación 1: El suicidio es una decisión del otro que se debe respetar

En nuestra página La Ayuda Mutua en la Prevención del Suicidio también nos referimos al tema de la libre elección: El suicidio es una decisión individual, no hay duda, pero, al menos en la mayoría de los casos, no es una decisión libre. Las personas que llegan a la decisión de suicidarse lo hacen, por lo general, fuertemente presionados por sus problemas, desbordados por su angustia y en la creencia de que no hay otras alternativas para aliviar su sufrimiento. Nadie le llamaría a eso “una elección libre”. Además, las personas que piensan seriamente en el suicidio y que hemos podido entrevistar suelen decir que a nadie le importa lo que sienten o lo que les está pasando, y que esta sensación de soledad solo aumenta su angustia. Teniendo en cuenta esto, intervenir no significa vulnerar la libertad de otra persona sino brindarle el acompañamiento que está necesitando y de algún modo pidiendo. 

 

Justificación 2: Solo los profesionales pueden intervenir para prevenir un suicidio

Aún admitiendo la necesidad de intervenir para prevenir un suicidio, muchas personas creen que no les corresponde a ellas hacerlo, que no están suficientemente preparadas o que si lo hicieran podrían llegar a empeorar las cosas. En resumen, que de estos temas se ocupen los profesionales.

 

Los profesionales de la salud mental son, sin lugar a dudas, los que están mejor preparados para intervenir en una crisis emocional con pensamientos suicidas o en cualquier otra situación en que el riesgo suicida se manifieste, sin embargo, como ocurre en otras situaciones de riesgo, no siempre están en el lugar y en el momento que se necesitaría su intervención.

 

El suicidio es un problema social y, si bien los profesionales pueden tratar a los pacientes que acceden a ellos, no hay que perder de vista que las causas últimas del suicidio exceden los límites del hospital o el consultorio y están arraigadas en el tejido social. Desde este punto de vista, los profesionales de la salud mental podrán actuar, en el mejor de los casos, como un bombero que apaga el incendio cuando es convocado, pero no impedir que el incendio se genere. Para eso es necesaria la comunidad.

 

La comunidad no puede reemplazar el trabajo de los profesionales de la salud mental en los casos en que se requiera tratamiento. Pero los profesionales tampoco pueden tomar a su cargo todas las acciones comunitarias tendientes a prevenir el suicidio. 

 

Por último, la acción comunitaria muchas veces es necesaria para que las personas que lo necesiten accedan a un tratamiento de salud mental. Muchas personas con pensamientos suicidas se niegan a recibir tratamiento, es necesaria entonces una tarea de acercamiento paciente cuyo objetivo inmediato no debería ser coaccionar a la persona para que reciba tratamiento, sino brindarle escucha, contención y acompañamiento para que comience a recuperar la confianza en el otro y las ganas de estar mejor. Tal vez, desde ese lugar, acceda a recibir tratamiento profesional.


 

Justificación 3 : No estoy preparado para prevenir el suicidio

Aún aceptando que el pensamiento suicida es un problema demasiado extenso y enraizado en la sociedad como para dejarlo solamente en manos de los profesionales de la salud mental, queda la falta de preparación como justificación para no intervenir. Por un lado es cierto de que una mejor formación en prevención del suicidio y especialmente en Las Habilidades de la Escucha Activa siempre es una ayuda para brindar una mejor intervención. Pero, por otro lado, las personas se escuchan y se brindan contención mutuamente desde tiempos inmemoriales, mucho antes de que se estudiaran las habilidades de la escucha activa, e incluso antes de que existieran los profesionales de la salud mental. La preparación ayuda, pero la principal condición para colaborar en la prevención del suicidio entre nuestros seres queridos y nuestros contactos cercanos es la genuina preocupación por el otro y su circunstancia. Aún las personas que están atravesando situaciones difíciles y dolorosas pueden ayudar compartiendo su dolor entre sus seres queridos o en sus círculos de confianza. 

 

Justificación 4: A mí o a mis seres queridos no nos va a pasar

Tal vez la justificación más difundida para no interesarse por la prevención del suicidio es la falsa creencia de que el suicidio siempre es un problema del otro. Sin embargo, aunque no lo mencionemos, el suicidio existe y es una de las principales causas de muerte. Aquellos que tuvieron la desgracia de perder a un ser querido a causa de suicidio suelen contar que la noticia los desconcertó. Aún cuando una reflexión posterior llevara a la conclusión de que hubo señales de advertencia, tal vez muy evidentes, la familiaridad o la negación hacen que estas señales sean difíciles de identificar, especialmente para las personas más cercanas. Nos resulta difícil admitir que un ser querido pueda ni siquiera pensar en el suicidio y mucho menos intentar suicidarse. Es necesario vencer toda esta negación porque mientras no lo hagamos todos estaremos en peligro.

 

Más allá de estas y otras justificaciones para no intervenir, son cada vez más las personas que toman conciencia de la necesidad de prevenir el suicidio a nivel comunitario y se comprometen con acciones concretas.

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