Justificación: Muchos de los que perdimos a un ser querido a causa de suicidio hemos oído hablar de familias donde ocurren dos o más suicidios. Naturalmente pensamos si no habrá un componente hereditario que induce a los miembros de esas familias a cometer suicidio. Pensar en la posible existencia de este factor genético podría incluso servir de justificación frente al suicidio de nuestro ser querido y aliviar de algún modo nuestro dolor y nuestro sentimiento de abandono. No fue él o ella quien tomó la decisión, pensamos, su genética lo o la empujó hacia el acto suicida. Sin embargo, este pensamiento no sólo es falso sino que además es peligroso.
Consecuencias: Esta creencia errónea genera temor entre los sobrevivientes a que el acto suicida de su ser querido se repita en otros miembros de la familia o en ellos mismos. Además puede aumentar la identificación psicológica con el familiar fallecido por suicidio potenciando un posible proceso suicida de los supervivientes.
Realidad: La realidad científica es que no existe ningún estudio serio que indique que el comportamiento suicida se herede. Es cierto que la predisposición a padecer algunos trastornos mentales, como la esquizofrenia o la bipolaridad, que podrían actuar como factores de riesgo de la conducta suicida sí tiene componentes tanto hereditarios como ambientales. Pero, aún así, debemos distinguir entre factores de riesgo y causas. El comportamiento suicida no obedece al paradigma de causa y efecto, una abrumadora mayoría de personas que padecen los mencionados trastornos mentales y ni siquiera piensan en el suicidio lo demuestran.
Otro factor de riesgo que podría confundirse con cuestiones hereditarias son los fenómenos de identificación e imitación. Las personas a las que queremos y apreciamos siempre son, para bien o para mal, modelos en nuestras vidas. Es por ese motivo, y no por cuestiones hereditarias, que se producen los llamados “suicidios en cadena” en algunas familias o comunidades. En muchos casos nos sentimos identificados con el sufrimiento que, imaginamos, padeció nuestro ser querido fallecido a causa de suicidio, y hasta algunos podemos sentirnos inducidos a imitar sus actos. No obstante, también aquí, un factor de riesgo nunca es condenatorio. Nosotros podemos y debemos escribir nuestra propia historia. Para esto es muy importante reconocer nuestra propia vulnerabilidad y buscar ayuda cada vez que la necesitemos. Los Grupos de Ayuda Mutua donde los sobrevivientes pueden hablar sin temor sobre lo que piensan, lo que sienten y lo que les pasa en relación a la muerte por suicidio de su ser querido, así como otros espacios de escucha y contención, y los procesos terapéuticos profesionales, pueden ser de gran ayuda.
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