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Brindar Asistencia Primaria en caso de Duelo por Suicidio 

 

El silencio de los dolientes

El duelo por la muerte de un familiar o amigo a causa de suicidio es un dolor compartido que debería, naturalmente, ser procesado en familia o dentro del grupo de amigos. Sin embargo, con demasiada frecuencia, el tabú que pesa sobre el tema del suicidio impone el silencio y priva a los dolientes de la escucha que necesitan. Es frecuente que cuando un familiar o amigo muere a causa de suicidio no se mencione la causa de muerte. En algunos casos ni siquiera se habla de esa muerte o incluso se omite hablar de esa persona. 

 

Lamentablemente, el silencio solo impide que aquellos que tienen necesidad de hablar de lo que les pasa o de lo que sienten en relación al suicidio de su familiar o amigo, puedan expresarse; y que aquellos que podrían brindar su apoyo y acompañamiento puedan hacerlo.

 

El duelo por suicidio es diferente

El duelo por suicidio podría ser una de las experiencias más traumáticas que una persona afronte en toda su vida. De hecho, los dolientes están sometidos ellos mismos a un mayor riesgo de suicidio. Es que el duelo por suicidio es diferente, no solo por el tabú que impide a los afectados expresarse. También por sentimientos propios de este duelo que provocan en los dolientes perplejidad y vergüenza por sentir lo que sienten. 

 

Muchos de los afectados por la muerte de un ser querido a causa de suicidio, además de la tristeza por la pérdida que es propia de todo duelo,  pueden sentir culpa, por no haber hecho lo suficiente para evitar el suicidio; enojo, por el daño que su familiar o amigo le provocó con su decisión; desolación, por sentirse abandonados; baja autoestima, por no haber sido motivo suficiente para que su ser querido elija vivir; alivio, por el desenlace de un proceso suicida muchas veces largo y desgastante; y nuevamente culpa, por haber sentido alivio.

 

La necesidad de hablar y de ser escuchado

Todos los sentimientos a los que nos referimos antes son injustificados. Cada persona hace, en cada momento, lo que considera mejor. Juzgar nuestras decisiones del pasado desde nuestra experiencia actual es injusto con nosotros mismos. Enojarse, sentirse abandonado o dejar de confiar en la propia valía por la decisión desesperada de una persona que se enfrentó a una situación límite y no pudo pensar en los demás tampoco es razonable. Sin embargo, los sentimientos no entienden de razones. Lo que necesita una persona que está sintiendo estas cosas es poder hablarlo y encontrar un otro dispuesto a escuchar. 

 

¿Qué mejor, entonces, que poder charlar estas cosas en el grupo de dolientes? ¿Quién podría entender mejor la situación que aquellos que están transitando el mismo camino? Sin embargo, en innumerables casos, ya sea por el tabú al que nos referimos antes, por juicios personales que solo empeoran la situación, por temor a ser juzgados, por pudor o por miedo, se impone el silencio. Vale la pena intentar romper ese silencio desde una escucha atenta, empática y contenedora. Ver La Escucha Activa en temas relacionados con el Suicidio. Sin embargo, cuando esto no es posible, aún es necesario procesar todos esos sentimientos por lo que es bueno buscar ayuda profesional o un servicio comunitario que brinde la escucha que se necesita. En nuestra página Ayuda por Crisis Emocional o Emergencia mencionamos algunas opciones. Desde Hablemos de Suicidio ONG creemos que que quienes pasaron por situaciones similares son, en general, los más capacitadas para poder escuchar, por eso proponemos nuestros Grupos de Ayuda Mutua en temas relacionados con el Suicidio.

 

Cómo hablar del suicidio de un padre o un ser querido con los niños

Ese tabú que nos impide hablar sobre el suicidio se vuelve aún más intenso cuando hay niños de por medio. Queremos protegerlos de todo lo malo que pudiera pasarles en la vida y el suicidio es, definitivamente, algo muy malo. Actuamos como si por no mencionar los peligros dejaran de existir. Aunque en el fondo sabemos que no es así, que los chicos son mucho más perceptivos de lo que parece, que se dan cuenta cuando algo grave ocurre en una familia y que no tener acceso a la información solo agrega más incertidumbre y más angustia. Hablar sobre el suicidio de un padre o un familiar cercano con un niño no solo es posible, también es necesario. Desde ya que a cada niño se le debe suministrar solo la información que requiere sin invadirlo con detalles que no preguntó ni necesita. Lo principal es no mentirle.

 

El código que cualquier niño y a cualquier edad entiende es el de las emociones. Cuando en una familia ocurre un fallecimiento a causa de suicidio es natural que todos estén tristes. El niño no necesita presenciar situaciones de desborde emocional, pero simular alegría o indiferencia frente a él para no preocuparlo es una forma de mentirle. Por otra parte, el niño necesita saber que su padre o ser querido ya no estará físicamente con él. Será necesario explicarle la muerte de acuerdo a las creencias que se adopten en la familia. Si el niño pregunta por las causas de la muerte también habrá que explicarle el suicidio. Es importante que en esa explicación quede claro que el suicidio fue un error motivado por la desesperación y que en casos como estos siempre es mejor hablar sobre lo que nos pasa y no cargar en soledad con todo el peso de los problemas. El niño o la niña pueden conservar la imagen que tenían de su padre o familiar, pero el amor que sienten por ellos no debe llegar a interpretarse como una justificación o glorificación del acto suicida. Para evitar esto, debemos separar muy bien a la persona de su última decisión.

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