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La Acción Comunitaria en la Prevención del Suicidio

 

El suicidio es, aún hoy en día, un tema tabú; uno de esos temas de los que preferimos no hablar y, por consiguiente, un problema social sobre el que casi no actuamos. Sin embargo, hay que reconocer que hemos avanzado mucho en ese aspecto, casi siempre desde el impulso de organizaciones comunitarias, y más recientemente desde la intervención de organismos públicos. 

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Una historia muy corta


Antes de esto, en un pasado no muy lejano, el suicidio era un problema completamente ignorado. Tanto es así que incluso la palabra suicidio es relativamente reciente, comenzó a usarse avanzado el siglo XVII pero su uso se generalizó recién en el siglo XIX y XX. Sin embargo, como acto humano, el suicidio es mucho más antiguo, según sabemos data de tiempos inmemoriales. Por supuesto no tenemos estadísticas pero, pese a la presión social que siempre intentó ocultarlo, la omnipresencia del suicidio desde la antigüedad quedó registrada en la mitología y en el arte. Se lo vio como calamidad, como pecado y con asombrosa frecuencia como acto heroico.

 

Fue recién a mediados del siglo XX, en la época de la posguerra, alarmados por los elevados índices de suicidio entre los ex-combatientes, cuando comenzamos a mirar al suicidio como un problema social que requiere una solución. Recién entonces comenzamos a decir y a decirnos: “El suicidio se puede prevenir”. Así surgieron las primeras líneas telefónicas para asistencia a personas en crisis con pensamientos suicidas (suicide hotlines), se formaron los primeros grupos de supervivientes del suicidio de un ser querido, se realizaron campañas de concientización y se comenzaron a difundir las primeras pautas básicas para la prevención comunitaria del suicidio. La pregunta que algunas veces nos hacemos quienes nos dedicamos a la prevención del suicidio es: ¿Todo este esfuerzo comunitario realmente sirvió? Después de siete décadas de accionar de las asociaciones civiles para la prevención del suicidio alrededor del mundo, al que últimamente se están sumando algunos organismos públicos, las cifras de suicidio siguen siendo alarmantes. Entonces, ¿realmente ayudó nuestra tarea?

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¿Sirve la acción comunitaria para prevenir el suicidio?


Es difícil dar una respuesta concluyente a esa pregunta por varios motivos: En primer lugar, las acciones para la prevención del suicidio tanto comunitarias como públicas siguen siendo mínimas en relación a la magnitud del problema por lo que no es esperable un cambio drástico de tendencia. Además, para dar un veredicto científico sería necesario mantener constantes otras variables, lo cual se hace imposible cuando el objeto de estudio es toda la sociedad durante décadas. Por ejemplo, muchos autores han advertido sobre cambios en las relaciones humanas que las vuelven más inestables y sobre una mayor tendencia al individualismo y a la soledad. Las redes sociales también cambiaron nuestros términos de comunicación volviéndonos más anónimos y mostrando cómo nunca antes se hizo los contrastes sociales. Todas estas circunstancias están reconocidas como factores de riesgo de la conducta suicida por lo que, frente a los mencionados cambios sociales, tan solo mantener estables los índices de suicidio podría considerarse un éxito para las organizaciones que se dedican a la prevención del suicidio. Más aún si consideramos los errores de registro, que si bien subestimaron los índices de suicidio en todas las épocas, seguramente lo hacían mucho más en el pasado cuando el tabú que pesa sobre el tema del suicidio era más fuerte. Con todo esto jugando en contra, los índices mundiales de suicidio no solo se mantuvieron sino que bajaron, de más de 15 defunciones cada 100.000 habitantes en la década de los 90’ a menos de 10 en la última década, por lo que, en nuestra opinión, quienes trabajamos en prevención del suicidio podemos sentirnos orgullosos por la tarea que hemos realizado. Es más, si una sola vida se hubiera salvado de la muerte a causa de suicidio, todo nuestro trabajo estaría más que justificado. Pero no fue solo una, fueron cientos de miles cada año las personas encontraron otra oportunidad. Por eso insistimos en que la prevención del suicidio es posible y no bajaremos los brazos mientras haya un solo ser humano con pensamientos suicidas o en riesgo de suicidio.

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El futuro de la prevención comunitaria del suicidio


La acción comunitaria para prevenir el suicidio siempre ha sido, y seguramente seguirá siendo, bastante anárquica. En casi todos los países, los estados nacionales, que podrían aportar recursos y planificación, están prácticamente ausentes. Aunque esto puede cambiar en el futuro, y de hecho lo está haciendo en la medida en que aumenta la toma de consciencia y la presión que ejerce la sociedad civil. Mientras tanto, la mayor parte de las acciones comunitarias para la prevención del suicidio siguen siendo realizadas por asociaciones civiles independientes. Es decir, por grupos de personas, casi siempre damnificados por la problemática del suicidio, que se reúnen espontáneamente para contribuir con acciones concretas a la prevención del suicidio.

 

Todo lo que hacen estas asociaciones es útil y contribuye a lograr los resultados mencionados antes. Algunas ponen el acento en la asistencia a personas en crisis con pensamientos suicidas, casi siempre por vía telefónica aunque ya se ensayaron otras tecnologías de comunicación, y es esperable que se usen cada vez más en el futuro. Otras se centran en la formación y la difusión con el objeto de promover un cambio social con mayor toma de conciencia sobre la gravedad del problema del suicidio y sobre la necesidad de que más personas asuman su responsabilidad de actuar como agentes de prevención desde el lugar que les toque ocupar en su vida cotidiana.

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Desde Hablemos de Suicidio ONG, si bien reconocemos la importancia de la asistencia durante las crisis, como así también de la difusión y la formación comunitaria; también sabemos, desde nuestras propias experiencias, que el pensamiento suicida puede ser persistente y acosar a una persona durante mucho tiempo. Por eso pensamos que es necesario brindar escucha, contención, acompañamiento y un lugar de pertenencia a las personas afectadas por el drama del suicidio, no solo asistirlas durante sus crisis (además de la ayuda profesional que siempre es recomendable). Desde esta idea, y basándonos en experiencias exitosas de otras asociaciones, donde los propios afectados se reúnen para afrontar problemas sociales graves, como en Alcohólicos Anónimos, Nar Anon y tantas otras, es que decidimos crear grupos de ayuda mutua para personas afectadas por el drama del suicidio. No esperamos que esta modalidad cambie radicalmente la forma en que se hace prevención del suicidio, pero sí, aportar nuestra humilde cuota para que al prevención comunitaria del suicidio resulte cada vez más efectiva y poner a disposición de los afectados un recurso que en muchos casos podría resultar valioso.

 


Fuente de los datos: ourworldindata.org
 

Ver también:

​

Grupos de ayuda mutua para personas afectadas por el drama del suicidio

​

Ayuda mutua y Asistencialismo

​

Ayuda en Crisis o Emergencia por Pensamientos Suicidas

 

Hablemos de Suicidio ONG
 

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