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Prestar Atención en la Escucha Activa


Guía para participantes en grupos de ayuda mutua por temas relacionados con el suicidio

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Puede parecer obvio que para escuchar mejor hay que prestar atención. Sin embargo, con demasiada frecuencia y por diferentes motivos no lo hacemos. Conocer las causas de nuestras posibles distracciones nos ayudará a evitarlas o neutralizarlas para así poder estar más atentos en la escucha.

 

Elegir el lugar y el momento adecuados

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Muchas veces el lugar o el momento de la escucha no es el adecuado. Si estamos en un lugar con mucho público o muy ruidoso, si en ese momento estamos realizando otra actividad que no podemos suspender, si estamos apurados por otro compromiso que no podemos postergar o si estamos muy preocupados o angustiados por otro problema que no nos deja concentrarnos en la escucha, y en esas condiciones alguien se acerca para contarnos una circunstancia difícil de su propia vida, tal vez lo más honesto sea reconocer la trascendencia de lo que nos están contando, exponer claramente las dificultades que tenemos para escuchar como debiéramos o como el tema que nos trae merece y acordar una charla en otro momento y lugar.

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La realidad es que la vida ajetreada que muchos llevamos hace cada vez más difícil encontrar el lugar y el momento adecuados para la escucha, por eso desde Hablemos de Suicidio ONG pensamos en crear esos espacios organizando grupos de ayuda mutua por temas relacionados con el suicidio.

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Dedicarle el tiempo y la disposición necesarios a la escucha

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Aunque el momento y el lugar fueran adecuados, prestar atención requiere de actitud y entrenamiento. En la mayoría de los casos, lo que nos distrae no está afuera sino dentro de nuestra cabeza. Escuchar, especialmente escuchar a quien nos cuenta angustias, problemas o situaciones difíciles, especialmente aquellas relacionadas con pensamientos suicidas, es un acto de generosidad. Para hacerlo debemos regalarle al otro nuestro tiempo y nuestra disposición de ánimo. Si aceptamos esto sabremos que ese tiempo y esa disposición de ánimo que empleamos en la escucha ya no nos pertenece, no corresponde que la usemos para pensar simultáneamente en nuestros propios problemas. Escuchar requiere dejar a un lado todo lo nuestro para centrarnos en el otro en profundidad.

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Estar en el momento actual de la escucha

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Muchas veces, aún con las mejores intenciones y con una actitud muy proactiva hacia la escucha se producen distracciones que provienen de la propia conversación. Cuando eso pasa, en general, es porque no estamos centrados en el momento actual de la conversación. O nos quedamos pensando en algo que se dijo antes o pensamos en lo que vamos a decir nosotros en vez de escuchar lo que el otro está diciendo.

 

Es natural que así sea, lo que el otro dijo antes nos importa y en nuestra mente tratamos de entenderlo y relacionarlo con otras informaciones, pero perder de vista el momento actual no ayuda en ese proceso, por el contrario, podría hacernos perder información importante para entender el relato en su conjunto.

 

Otras veces, lo que se dijo antes nos genera la necesidad o las ganas de hacer una pregunta o un comentario y solo esperamos que se produzca una pausa para decir lo nuestro. Nuestra ansiedad por hablar podría impedirnos escuchar, por eso debemos tomar consciencia de esta situación y volver al momento actual para poner nuestra atención en lo que el otro está diciendo y no en lo que vamos a decir.

 

También podría suceder lo contrario, que no sepamos qué preguntar o qué decir cuando se produzca una pausa y nuestra mente busque opciones en lugar de escuchar. Esta situación perjudica aún más la escucha. Para que el otro se sienta escuchado lo que digamos o preguntemos luego tiene que salir de lo que nos está diciendo ahora, por eso, para saber qué decir o preguntar luego la mejor estrategia sigue siendo escuchar.

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No mezclar nuestra propia historia en el relato

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Cuando el otro nos cuenta un problema, es el momento del otro. Sin embargo, los conflictos humanos y también las emociones humanas son de carácter universal. Es muy probable que lo que al otro le pasa o lo que el otro siente al respecto se asocie de algún modo con problemas que tuvimos o estamos teniendo nosotros mismos o con sentimientos que transitamos o estamos transitando. Es imposible impedir que esta identificación ocurra y distraiga nuestra atención hacia nuestra propia historia. El proceso de identificación puede ser consciente o inconsciente, y las emociones involucradas pueden ser tan fuertes que resulte imposible disimularlas. Si esto sucede, es bueno tomar nota de lo que nos pasa con determinados temas para hacer algo al respecto en otro momento, pero no debemos olvidar que el momento de la escucha es del otro. Las alusiones autorreferenciales como “Sabés que a mí me pasó lo mismo” solo distraen nuestra atención y la de nuestro interlocutor. 

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Negar la identificación tampoco ayuda. El mejor camino es aceptarla, aceptar que algo me pasa a mí con el relato del otro. Desde ese lugar podemos dejar eso que nos pasa a un lado y continuar con la escucha. Si nuestra afectación resulta notoria, eso no debe verse como algo perjudicial para la escucha. La escucha activa es un camino de ida y vuelta. Si el otro ve que sus problemas o sus emociones nos afectan se sentirá más escuchado, pero las aclaraciones autorreferenciales siguen siendo innecesarias, alcanzaría con decir: “Disculpame, lo que acabas de contar me puso mal”, o algo por el estilo y seguir con la escucha.

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No buscar soluciones a los problemas planteados

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Cuando alguien nos habla de situaciones que lo angustian, lo preocupan o le generan pensamientos suicidas, casi siempre nos cuenta uno o varios problemas que está teniendo. Esta situación puede llevarnos a pensar que solo brindando solución a sus problemas podremos sacarlo de la crisis en la que se encuentra. Sin embargo, las soluciones apresuradas casi nunca funcionan para el otro y perjudican gravemente la escucha. En nuestra página Evitar Consejos y Críticas en la Escucha Activa profundizaremos sobre este tema, aquí solo diremos que lo primero que necesita una persona afligida o con pensamientos suicidas que recurre a nosotros para contarnos sus problemas es sentirse cobijada por la escucha. Desviar nuestra atención en soluciones apresuradas no ayuda y, por el contrario, podría ser muy perjudicial.

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Mostrar al otro que le estamos prestando atención

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Antes dijimos que la escucha activa es un camino de ida y vuelta. No alcanza con escuchar atentamente como cuando en la radio o en la televisión hablan de un tema que nos interesa. Nuestro interlocutor debe saber que lo que nos cuenta nos importa. Para eso debemos darle señales continuamente, comentarios, resúmenes, preguntas, invitaciones a continuar. En nuestra página Pensar con el otro en la Escucha Activa volveremos sobre estas intervenciones, aquí solo diremos que son fundamentales, no solo para conocer mejor lo que le pasa y lo que piensa nuestro interlocutor, sino también para que se sienta escuchado. 

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Además de las señales verbales antes mencionadas, las señales que con más fuerza recibirá nuestro interlocutor son las señales no verbales: interjecciones, gestos, posturas corporales, etc.; pero actuar estas señales para fingir interés o atención no suele funcionar. Nuestro lenguaje no verbal es sumamente complejo y mayormente inconsciente. Difícilmente una persona se sienta escuchada con una actuación. La mejor manera de que el otro realmente sienta que le estamos prestando atención es interesarse genuinamente por él o ella y por lo que tienen para decirnos.

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Incorporar las recomendaciones para la escucha activa con naturalidad y sin sobre-exigencias

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Quienes entrenamos a otros en la escucha activa solemos comparar este aprendizaje con aprender a andar en bicicleta. Queremos transmitirle a los practicantes todas las cuestiones a las que deben prestar atención como quien le dice a alguien que aprende a andar en bicicleta: “Sostené el volante derecho, no dejes de pedalear, mantené el cuerpo en equilibrio, mirá hacia adelante, etc.”. Es imposible que quién recién está aprendiendo haga todas estas cosas al mismo tiempo y bien. Por eso, aprender a andar en bicicleta lleva su tiempo. Es necesario internalizar todas estas indicaciones. Con suficiente práctica podemos andar en bicicleta elegantemente sin siquiera pensar en las indicaciones. Lo mismo pasa en la escucha activa. Cuando incorporamos todas las indicaciones se transforma en un proceso natural y podemos brindar escucha de calidad sin ni siquiera pensar en cómo lo hacemos. Mientras tanto, todas las indicaciones que damos en esta y otras páginas suelen distraernos. Si tomamos consciencia de ello, si no nos sobre-exigimos para hacer todo bien, seguramente podremos dedicar más de nuestra atención a lo que el otro tiene para decirnos que es lo más importante en la escucha.
 

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