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Venciendo el Tabú del Suicidio

 

El tabú que pesa sobre el tema del suicidio como obstáculo para la prevención comunitaria

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Uno de los mayores problemas que enfrenta la prevención comunitaria del suicidio en todo el mundo es el estigma social que pesa sobre el tema y sobre la palabra "suicidio". Hay un mandato social que pareciera decirnos "de eso no se habla" como si hablarlo pudiera desencadenar algún tipo de contagio o incentivar a las personas para que cometan suicidio. Esto no es así, tanto la Organización Mundial de la Salud como todas las organizaciones de prevención del suicidio nos dicen que hablar del suicidio en forma responsable no induce al acto; por el contrario, podría representar una oportunidad, tal vez la última, para que quienes padecen pensamientos suicidas se animen a buscar ayuda.

 

El silencio no nos sirvió en el pasado, mientras todos evitamos el tema, al menos un millón de personas mueren cada año a causa de suicidio alrededor del mundo, una cantidad comparable a los accidentes de transito o a la suma de todas las demás muertes intencionales incluyendo inseguridad, vinolencia callejera, violencia doméstica. Sin embargo, de los accidentes de tránsito, la inseguridad, la violencia callejera y la violencia doméstica sí se habla. Estos temas aparecen en los titulares de los diarios, los periodistas los comentan en radio y en la televisión, se realizan campañas de prevención desde el Estado y desde las asociaciones civiles, las personas también los comentan en sus casas y en sus ambientes laborales. Está bien que así sea porque hablando de los temas que nos aquejan tenemos la oportunidad de discutir soluciones, al menos parciales, y de asumir los recaudos que fueran necesarios en forma individual o en el seno de las familias e instituciones. Lo que resulta llamativo es que del suicidio, que causa tantas o más muertes que estos otros problemas, no se habla o se habla proporcionalmente mucho menos.

 

​La realidad es que el suicidio es un tema tabú, uno de esos temas de los que nadie quiere hablar, o que si se menciona casi siempre se censura con frases tales como "No hables de esas cosas" o "No digas eso". Sin embargo, hablar del suicidio es necesario para muchas personas que de algún modo resultaron afectadas por un suicidio, por pensamientos suicidas propios o de un contacto cercano. Para las personas que sufren situaciones tan angustiantes que las llevan a pensar en el suicidio, hablar de lo que les pasa y lo que sienten al respecto en un ambiente donde se sientan respetadas y escuchadas es siempre un alivio. Para aquellos que transitan un duelo por la muerte de un ser querido a causa de suicidio, no poder hablar es un obstáculo más en la elaboración de su duelo. Por eso, desde Hablemos de Suicidio ONG promovemos ambientes donde se pueda hablar sobre el suicidio sin ser censurados, juzgados o avergonzados. Donde se afronte el problema del suicidio, del pensamiento suicida y de sus secuelas. Donde no se escondan estos problemas. Sin embargo, sabemos que habrá resistencias, que el tabú que pesa sobre el tema del suicidio es muy fuerte, por eso nos interesa analizar los argumentos en los que se sostiene.

 

Argumentos para no hablar del suicidio

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Nos enseñaron que del suicidio no se habla porque hablar del tema podría inducir a algunas personas al acto suicida. Esta creencia, como tantas otras se remonta a tiempos inmemoriales, pero se vio reforzada en la modernidad por estudios científicos que demostraron que cuando algunos casos de muerte a causa de suicidio cobran notoriedad en los medios masivos de difusión el número de suicidios aumenta. Es el llamado efecto Werther en honor a la tristemente célebre novela de Goethe “Las penas del joven Werther” que según nos cuentan provocó epidemias de suicidios en varios países en el siglo  XIX. Estudios estadísticos posteriores muestran que el suicidio por imitación realmente existe. Es decir que, para algunas personas vulnerables, el modelo de personajes famosos o conocidos, reales o ficticios, cuyos actos suicidas se relatan con matices heroicos, románticos o gloriosos, o con cuyo sufrimiento podrían sentirse identificados, podría actuar como un factor de riesgo adicional. Esto, interpretado desde una postura extrema, podría leerse como: “Mejor no hablar sobre suicidio”. 

 

Sin embargo, estudios posteriores muestran que los testimonios de superación, o al menos de lucha frente a los pensamientos suicidas, también generan efectos imitativos en sentido opuesto. Es decir, las personas que escuchan o leen estos relatos en los que personajes lograron de alguna manera vencer al suicidio o al menos encontrar recursos para seguir luchando también pueden sentirse identificadas y, por un efecto mímico, reforzar su motivación y su esperanza. Ver también Dejanos Tu Testimonio. A este otro efecto se lo llamó efecto Papageno en honor al célebre personaje de la ópera de Mozart “La flauta mágica” que es disuadido de sus ideas suicidas por tres espíritus infantiles que, de algún modo, lo conectan con sus deseos y su proyecto de vida, y lo alientan a luchar por ellos.

 

En resumen

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Hablar del suicidio en forma irresponsable, haciéndolo ver como una alternativa válida o incluso deseable, exaltando, honrando o glorificando el acto suicida, justificándolo, explicándolo en términos simplificados, mostrando imágenes morbosas o aludiendo innecesariamente a los métodos utilizados, sí puede generar conductas imitativas y deberíamos evitar hacerlo. Pero esto no debería condicionarnos para que dejemos de hablar del suicidio en forma responsable, ya que hacerlo no solo no induce a las personas al acto suicida sino que puede servir para disuadirlas de cometer suicidio o al menos darles la oportunidad de pedir ayuda. En nuestra página Cómo Hablar Responsablemente del Suicidio nos referimos específicamente al tema. 

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