Tengo 50 años. La primera vez que intenté suicidarme tenÃa 12. Una vida de mierda.
Una madre muy golpeadora. Vivà mucha violencia en todos los aspectos por parte de ella. Mi vida tranquila era andar deambulando por las calles. Sufrà una violación, que siempre oculté, por parte de un policÃa. Hice pareja con un hombre mayor. Se suponÃa que estarÃa mejor y que comerÃa a diario. Me llevaba 25 años, yo tenÃa 16 y él 41. La diferencia se hacÃa más grande al pasar los años. Y también la violencia de su parte. Tuve, gracias a él, dos intentos de suicidio.
Dije basta. Una noche, con toda la violencia que él me hacÃa, abrà la puerta no miré atrás ni siquiera a mis tres hijos. Salà de ahà y no volvà nunca más. Salà con lo puesto. Nunca pedà ni recuperé ni siquiera una ropa interior. Me fui en busca de vivir. Si, de seguir con vida, no en una vida en que morÃa cada dÃa.
Era muy tarde, el silencio de la noche me esperaba. Pisé la calle, respiré hondo y nunca giré a ver mi casa. SabÃa que eso no era mÃo . Lo mÃo eran solamente mis pies, mi corazón y mi amor propio. TenÃa 36 años. Sufrà violencia absoluta desde los 8 hasta los 36 años. Mis dos hijos más grandes se fueron conmigo. El más pequeño lo perdÃ. TenÃa 12 años. Ese violento le dijo que le darÃa todo para que no lo dejara. Eso me partió el alma. Entré en depresión hasta que pude recuperarme.
Tengo un hijo profesional, una hija con su vida, su casa y sus hijos. El niño que le dejé con su padre terminó siendo un delincuente. Estuvo 7 años preso. Este año salió ya hecho un hombre. Lo perdà cuando él tenÃa 12. A veces en el recuerdo lo busco con 12 años. Es como que en mi mente y mi corazón lo esperan con 12 años; y lagrimean mis ojos al no poderlo tener. Pero más allá de todo, hoy quiero vivir. Tengo tres hijos más y muchas ganas de vivir, abrazar, besar a mis hijos y acompañarlos en su crecer.
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