Nota del Editor
Si bien la esquizofrenia no es uno de los trastornos mentales más frecuentes, el sufrimiento que produce a los afectados la convierte en un importante factor de riesgo para la conducta suicida. La Organización Mundial de la Salud estima que más de la mitad de los 21 millones de personas que padecen esta enfermedad no reciben tratamiento. Además, el estigma social que conlleva la esquizofrenia solo aumenta el aislamiento y el padecimiento de los pacientes incrementando su riesgo de suicidio. Por eso, desde Hablemos de Suicidio ONG acompañamos la iniciativa de instaurar el 16 de Agosto como DÃa Internacional de la Esquizofrenia y conmemoramos esta fecha publicando un testimonio anónimo que ilustra los padecimientos y dificultades que enfrentan los afectados, y cómo una sociedad más abierta e inclusiva podrÃa resultar de gran ayuda para ellos.
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El testimonio anónimo
Todo empezó con el suicidio de mi padre cuando yo tenia 6 años. Parece que él sufrÃa de depresión y decidió hacerlo en su trabajo. Por suerte no nos dejó ver cómo lo hizo. Eso marcarÃa mi historia, la de mi familia y la de cualquiera que me rodeara.
Yo seguà viviendo "normalmente". Era muy pequeña y no entendÃa mucho. Lo que recuerdo es vivir en un mundo de fantasÃa , todo estaba bien y todo era normal. A mi alrededor tenÃa a mis abuelas, a mis tÃos, a mis primos, iba al colegio, iba al club, jugaba con mis amiguitas; como cualquier persona, pero faltaba mi papá. La relación con mis hermanos no recuerdo que haya sido muy buena.
A medida que fuimos creciendo la cosa se puso peor. Recuerdo haber tenido problemas en el colegio primario. Los chicos me hacÃan el vacÃo, no recuerdo por qué, y una chica me tomó bronca. Luego me cambié a otro colegio. Esta chica y otra más se cambiaron conmigo. Entre ellas dos destrozaron tres años de mi vida. Todo ese colegio nuevo me hizo bullying: ofensas, reÃrse cuando yo pasaba al pizarrón, no incluirme en los grupos obligatorios de estudio, ni en nada, casi completamente sola. Eso fue marcando mi personalidad. Ni los profesores ni la preceptora hicieron nada para ayudarme. NADA.
Luego entré en la universidad. Ahà las cosas fueron mejores, aunque yo tenÃa problemas de depresión, ansiedad y alimentarios. Empecé bien pero luego me fue costando mucho hasta que tuve que dejar. Continué trabajando. Intenté trabajar de lo que habÃa estudiado pero no lo logré. Nunca pude tener mucha responsabilidad ni disciplina.
La cosa se iba poniendo peor. Empecé a sentir que un chico del cual estuve enamorada virtualmente me habÃa hackeado la computadora. Me terminaron internando en una clÃnica psiquiátrica por un pico psicótico. DesconocÃa a mis familiares y pensaba que todos eran vÃctimas de la dictadura, desaparecidos a los cuales yo tenÃa que ayudar. Por suerte, en la internación fui bajando ese grado de delirio, pero después hice hospital de dÃa y no me recuerdo totalmente consciente de la realidad, o más o menos normal, como se dirÃa. Siempre tenÃa una mirada propia muy parcial.
La primera vez que hice hospital de dÃa, no pude abrirme y me recluà leyendo en la escalera de salida. Creo que al año siguiente me volvieron a internar y otra vez a hacer hospital de dÃa y ahà sÃ! Ahà hablaba con todos, hacÃa las actividades: teatro, musicoterapia etc. Hablaba y salÃa a pasear con mis compañeros. Hasta me hice una amiga que cambió mucho mi carácter, me hizo más adulta y más tranquila y más madura.
Me acuerdo que fui a muchos psicólogos y psiquiatras, pero cuando me internaron me atendió una psiquiatra que todavÃa conservo. Me diagnosticó esquizofrenia paranoide. Y una psicóloga que me salvó la vida muchas veces. También me acuerdo que fui a un lugar de rehabilitación fÃsica que me ayudó mucho a valorar la vida ya que ahà veÃa a personas sin piernas o sin poder caminar y yo me veÃa con todo el cuerpo, que podÃa caminar y lo valoraba mucho.
Después de esa amiga que mencioné, conocà más amigos y hasta me puse de novia por primera vez. HabÃa tenido experiencias con personas pero no habÃan alcanzado el nivel de parejas o novios.
Luego vino esta pandemia y el dÃa más triste de mi vida: mi hermano se suicidó. VivÃamos mi mamá, él y yo juntos. Él sufrÃa de depresión y todo se puso muy denso. Además era alcohólico y amenazaba con matarnos.
Sigo luchando dÃa a dÃa. Encontré cosas que me gustan mucho y me hacen seguir adelante aunque cuesta muchÃsimo. Sigo tomando medicación, me dijeron que la medicación es crónica. Tengo carnet de discapacidad. No volvà a tener episodios psicóticos. Mi vida social es limitada, tengo amigos pero más que nada virtuales . Me resulta difÃcil conservar amigos. Puedo ser muy sociable y muy antisocial. Ahora estoy saliendo hace varios meses con un chico que me hace muy bien y trabajando un poquito vendiendo pelÃculas. Me gustarÃa tener más amigos y actividades. Pienso que es mi deber y que me ayudarÃa mucho poder ayudar a otras personas. Encontrar un lugarcito en la comunidad para seguir aprendiendo cómo convivir en esta lucha y hacer una vida linda, sin miedos y con mejor calidad.
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