¿Por qué lo hizo? Esa pregunta nos tortura a casi todos los supervivientes a la muerte de un ser querido a causa de suicidio. No es solo una curiosidad, lo vivimos como si de ello dependiera nuestra propia vida. Como si entender las razones del acto suicida pudiera librarnos del dolor. Algunos hasta nos apegamos a alguna respuesta para poder completar el relato que nos contamos a nosotros mismos y así continuar con nuestras vidas. Aunque en el fondo sabemos que todas las respuestas que pudiéramos encontrar a esta pregunta son infundadas e incompletas. El suicidio es un fenómeno multicausal. La prueba está en que para cada “causa” que pretendemos ensayar aparecen muchísimos ejemplos de personas que habiendo pasado por lo mismo no murieron a causa de suicidio o ni siquiera llegaron a tener pensamientos suicidas. Entonces: ¿Por qué lo hizo?
La pregunta no tiene respuesta porque quién podría responder ya no está, y además, aunque pudiéramos de algún modo hablar con él o ella, tampoco obtendríamos una respuesta fiable. Los sobrevivientes a intentos de suicidio son prueba de ello, muestran un estado de confusión en el que ninguna respuesta es certera. Cuando una persona llega a atentar contra su vida, en muchos casos puede explicar la última situación que le generó un dolor o angustia insoportable, la gota que rebalsó el vaso, pero difícilmente pueda dar un testimonio objetivo que explique cómo llegó a esa situación de vulnerabilidad. Por eso la pregunta ¿Por qué lo hizo? es mucho más compleja de lo que parece a simple vista. Lo sensato sería aceptar que hay preguntas que no tienen respuesta, pero muchos sobrevivientes necesitamos esa respuesta para seguir con nuestras vidas. Por eso cuento la respuesta que yo mismo encontré por si a algún otro sobreviviente a la muerte de un ser querido a causa de suicidio le sirve:
Todos enfrentamos en la vida innumerables pérdidas que nos duelen, fracasos que nos frustran, abandonos que nos angustian y otros problemas. Todas estas vicisitudes normales de la vida se van acumulando y generan un estado de malestar o sufrimiento de fondo que en algún momento de nuestras vidas podría parecer insoportable. Por suerte, en la vida también vamos cosechando vínculos afectivos, enseñanzas, perspectivas desde donde mirar el pasado y proyectos para encarar el futuro. A todo esto le llamamos recursos y nos sirven para hacer frente a las vicisitudes de la vida. El suicidio puede ocurrir cuando las vicisitudes superan por mucho a los recursos con los que contamos para hacerles frente. El suicida es una persona que en el juego de la vida no supo o no pudo encontrar estos recursos por lo que en un momento se vio superado por sus vicisitudes, sintió que su dolor era insoportable y vio a la muerte como única salida.
Esta es la explicación que yo encontré, solo puedo decir que a mi me sirvió, pero no pretendo que le sirva a todos. Lo cierto es que muchos necesitamos encontrar una explicación que nos sirva al menos a cada uno para dejar de sufrir el tormento de la duda. Y sería deseable que esa explicación no incluya culpables, para no caer en el resentimiento, que acepte que todos hicimos en su momento lo que sentimos que era lo mejor. Especialmente que no nos incluya a nosotros mismos como culpables para no caer en el peor de los resentimientos que es la culpa.
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