Fantasías peligrosas sobre el suicidio
- Hablemos de Suicidio ONG

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En mi tarea como asistente en crisis para la personas con pensamientos suicidas , aprendí
que las ideas suicidas son muchas veces, o casi siempre, alimentadas por fantasías infundadas respecto de la muerte o lo que va a ocurrir después de la muerte, podría decirse que en el proceso suicida hay una progresiva idealización de la propia muerte que de algún modo le permite al sujeto “amigarse” con la idea hasta transformarla en un acto casi “romántico”. El riesgo implícito en estas fantasías es evidente por lo cual me parece necesario revisarlas para desmitificarlas confrontándolas con la realidad hasta donde podemos conocerla.
“Por fin va a terminar mi sufrimiento”
El pensamiento suicida casi siempre viene acompañado de un profundo dolor emocional. Tal vez por eso, la fantasía más frecuente y casi universal de las personas con pensamiento suicida es que el suicidio los alejará en forma total y para siempre de ese sufrimiento. Muchos de ellos ya experimentaron con otras formas de evasión (dormir mucho, trabajar mucho, consumir sustancias narcóticas (incluso psicofármacos en exceso), buscar diversiones o distracciones desenfrenadas, etc. Lo que tienen en común todas estas actividades evasivas es que siempre se vuelve al mundo real, y muchas veces con un dolor mayor que antes. El suicidio representa, entonces, en la mente de estas personas una evasión parecida a las mencionadas pero esta vez definitiva. Lo que muchas veces no se percibe es que en todas esas formas de evasión, incluso en el sueño inducido por drogas, se conserva algún grado de conciencia, seguimos sintiéndonos vivos porque realmente estamos vivos. La muerte no es el final del sufrimiento, la muerte es el final de todo, es dejar de existir, al menos en este plano. Dejar de sufrir, puede ser, pero al precio de clausurar toda oportunidad de momentos felices en el futuro. Lamentablemente, el suicidio suele decidirse en momentos de mucha angustia y eso no nos permite ni reconocer momentos de felicidad en el pasado ni imaginarlos en el futuro, pero la realidad es que esos momentos seguramente existieron y es muy probable que sigan ocurriendo al menos si se preserva la vida.
“Los que me hicieron sufrir se van a arrepentir”
A veces, el enojo y la impotencia es tan grande que el sufrimiento que el suicidio pudiera causarle a los que quedan se transforma en un incentivo más para cometer suicidio. La realidad es que las personas interpretan en forma muy variada los mismos hechos de acuerdo a su propia percepción. Aunque el sujeto con pensamientos suicidas piense que sus deseos de muerte se deben a lo que “le hicieron” otros, estos otros pueden pensar que nada tuvieron que ver. La realidad es que cuando ocurre una muerte a causa de suicidio se genera mucha culpa en el entorno pero los que se sienten culpables casi nunca son los que el suicida hubiera señalado sino otras personas que genuinamente lo querían e intentaron cuidarlo. Por eso, si tenemos cuentas pendientes, la vida, y no la muerte, es la oportunidad para arreglarlas.
"Cuando no esté sí que me van a reconocer"
En muchos casos la falta de reconocimiento social o la percepción de esa falta es parte de las ideas que llevan al pensamiento suicida. En esos casos puede aparecer la fantasía de que ese reconocimiento merecido por fin vendrá después del suicidio. Más allá de que no es seguro de que este reconocimiento realmente aparezca, más bien es probable todo lo contrario. La muerte, como siempre decimos, es el final de todo, también de nuestras oportunidades de luchar por el debido reconocimiento con acciones concretas. La realidad es que, con el tiempo, la muerte suele llevar con más frecuencia al olvido que al reconocimiento. Además, el reconocimiento es algo que se da y se recibe. Quienes sueñan con el reconocimiento póstumo suelen olvidar el hecho de que no estarán para recibirlo. Es en la vida y no en la muerte donde tenemos oportunidad de luchar contra la injusticia, o de buscar el reconocimiento de nuestros méritos.
“Los que me quieren van a estar mejor sin mi”
Esta fantasía también es muy común al punto de que algunos teóricos la describen como sentimiento de inutilidad o de carga. En algunos casos hay un reconocimiento de que al principio los que quedan van a llorar pero acompañado de la ilusión de que esa tristeza va a ser momentánea y finalmente estarán mejor. La realidad es que para los supervivientes al suicidio de un ser querido, especialmente los familiares cercanos y quienes sentían un afecto profundo por quien se fue, la muerte por suicidio de quién amaban es una trauma que llevarán de por vida. El suicidio de su familiar o amigo es devastador para estas personas, al punto de que muchas veces ellos mismos generan pensamientos suicidas. Esta es la fantasía más irreal entre aquellas que alimentan el pensamiento suicida, pero una de las mas frecuentes. Debemos decirlo claramente: Nada bueno viene de un suicidio para su entorno social, solo desolación y trauma.



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