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Reconocer el para-suicidio en uno mismo

Foto del escritor: Hablemos de Suicidio ONGHablemos de Suicidio ONG

Reconocer el para-suicidio en uno mismo

Cuando estudiamos el proceso suicida, podemos caer en el error de pensar que el verdadero riesgo comienza a partir de la elaboración del plan suicida o, al menos, desde la aparición de pensamientos suicidas. Esto puede ser conceptualmente cierto respecto del riesgo de suicidio, ya que, el pensamiento suicida, es decir, pensar en terminar con la propia vida en forma consciente y el plan suicida, que son las decisiones y arreglos necesarios para llevar el intento suicida al acto, son etapas que no pueden saltearse en un suicidio. En todos los casos, la intencionalidad del acto es necesaria para que la muerte sea clasificada como suicidio. Sin embargo, hay otro riesgo, tal vez mucho mayor, también relacionado con el proceso suicida que poco se tiene en cuenta y que puede aparecer mucho antes, es decir, debido a la estructura demográfica piramidal del proceso suicida, puede ser mucho más frecuente.


Me pregunto cuántos de nosotros hemos tenido fantasías de muerte, es decir, un sentimiento o pensamiento automático que nos dice "¿Cuándo se termina todo esto?", "¿Por que no llega mi hora de una vez?", o algo por el estilo. ¿De verdad no hemos pensado nunca de ese modo o hemos tenido ese sentimiento?, ¿Ni siquiera por un instante? Si es así amplio mi pregunta: ¿Cuántos de nosotros hemos fantaseado con la propia muerte como una liberación del sufrimiento aún sin llegar a reconocer conscientemente este sentimiento? Por supuesto no hay estadísticas sobre nuestras fantasías inconscientes. Sin embargo, otras estadísticas mucho más concretas nos pueden mostrar que somos muchísimos los que llegamos a ese punto. Tal vez muchas veces durante nuestras vidas o en forma continua durante mucho tiempo.


Después de todo: ¿Cuál es el problema de fantasear con la muerte? Son solo fantasías. El sentido común nos indica que el verdadero riesgo del suicidio solo se verifica con un plan suicida más concreto. Sin embargo, los números nos muestran que son mucho más frecuentes las muertes relacionados con el para-suicidio, es decir, actos intencionales que directa o indirectamente pueden llevar a la persona a la muerte sin la intención concreta de obtener ese resultado. Así como el intento de suicidio se relaciona directamente con la existencia de un plan suicida, el para-suicidio se relaciona con las fantasías de muerte, ya sean estas conscientes o inconscientes,


Las personas con fantasías de muerte suelen descuidar su propia vida o asumir riesgos innecesarios. No concurren con regularidad a los controles médicos, abusan de sustancias como drogas, alcohol, cigarrillo o comida, no adoptan estilos de vida saludables, conducen a alta velocidad o imprudentemente o bien, como peatones se muestran descuidados en la vía pública, entre otros riesgos innecesarios. Vuelvo a formular la pregunta de otro modo: "¿Cuántos de nosotros incurrimos alguna vez en alguno de estos descuidos de la propia vida?". Las conductas, a diferencia de las fantasías, son visibles. Si miro a mi alrededor entre las personas que conozco, incluyéndome a mi en primer lugar, no encuentro a nadie que haya cuidado bien de su vida siempre y en todas las circunstancias.


Aun así, estos descuidos o riesgos de vida innecesarios son frecuentemente tomados como inofensivos. Los números nos muestran que no lo son: Según Ourworldindata cerca de 760.000 personas mueren cada año por suicidio. Las muertes relacionadas con otras causas que, en general, admiten medidas de prevención efectivas que con frecuencia se ignoran cómo enfermedades pulmonares, cardiopatías o accidentes de tránsito suman decenas de millones. Vuelvo a formular la pregunta de otro modo: ¿Estamos cuidándonos como nos lo merecemos? ¿Realmente estamos comprometidos con la vida? Si no lo hacemos, ¿qué esperamos?


El para-suicidio, que como vimos es mucho más riesgoso que el suicidio, debe ser incluido en las tareas de prevención del suicidio, y también en este caso la prevención comienza por casa. Ser cuidadosos con nuestra propia vida es el mejor ejemplo que le podemos dar a todos nuestros allegados. Si no logramos serlo, si las fantasías de muerte condicionan nuestro debido cuidado, siempre está la opción de hablar de lo que nos está pasando. Reconocer el para-suicidio en uno mismo, reconocer nuestras fantasías de muerte y poder hablar de ello es el primer paso. Hablemos de para-suicidio.

 

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