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Mitos frecuentes entre supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 6


Mitos frecuentes entre Supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 6

Justificación: Muchos de los que perdimos a un ser querido a causa de suicidio sentimos que nuestra vida se terminó con la suya. Podemos recordar momentos felices vividos en el pasado, pero tenemos la sensación de que ni esos momentos ni nada parecido volverá a ocurrir. Todo este dolor y toda esta desesperanza incluso lleva a muchos supervivientes a pensar ellos mismos en el suicido. Aún cuando, pasado un tiempo, aparezcan en nuestras vidas situaciones que podrían generarnos alegría, nos negamos a disfrutar esos momentos. Como si un poco de felicidad en nuestras vidas representara, de algún modo, una traición a la memoria de nuestro ser querido fallecido a causa de suicidio. Como si no nos sintiéramos merecedores de volver a ser felices. Nos aferramos a nuestro sufrimiento, también, como una forma de apaciguar nuestro sentimiento de culpa recibiendo un castigo que creemos merecido.


Consecuencias: El dolor por la pérdida de un ser querido es natural en cualquier duelo. Mostrar nuestra aflicción a otros dolientes es una forma elemental pero efectiva de comunicarnos emocionalmente y afianzar vínculos desde un sentimiento compartido con otros dolientes que también necesitan sentirse acompañados. Sin embargo, quedarnos atascados en ese dolor por mucho tiempo no es bueno para nosotros ni para otros supervivientes. Todas las conductas humanas son pasibles de ser imitadas, para bien o para mal. Si elegimos quedarnos en el sufrimiento, otros compartirán al menos una parte de nuestro sentir. Especialmente cuando ese sufrimiento está relacionado con un suicidio, el riesgo de que la conducta suicida se repita por identificación e imitación será mayor para nosotros y para nuestros seres queridos.


Realidad: Como dijimos, cuando muere un ser querido a causa de suicidio sentimos un dolor que pareciera ser para siempre, pero los testimonios de sobrevivientes, luego del tiempo necesario, nos dicen otra cosa. Elaborar el duelo por la pérdida de un ser querido a causa de suicidio no es fácil ni rápido, con frecuencia requiere de terapia para trabajar sentimientos muy perturbadores como la duda o la culpa. Sin embargo, y aunque la vida de quienes transitamos ese camino nunca vuelve a ser igual, la recuperación suele ser mucho más amplia de lo que imaginamos en un principio. En algún momento podemos recordar a nuestro ser querido fallecido a causa de suicidio con una evocación dulce y sin esa angustia que nos atormentaba los primeros meses. Podemos valorar al que se fue por toda su vida y no solo por su última decisión. Podemos aceptar que no somos responsables por las decisiones de otro y que, en todo caso, si cometimos errores fue porque somos humanos y porque no disponíamos de la experiencia de vida que tenemos ahora. Podemos perdonar y perdonarnos. En algún sentido nos sentimos más sabios o más sensibles. Y, por supuesto, podemos disfrutar de la vida y vivir momentos de felicidad plena como el resto de las personas.


 

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