Ayer surgió en el grupo de coordinadores una duda sobre si debemos alegrarnos o no de que la cantidad de visitas a nuestro sitio vaya creciendo mes a mes. Somos una asociación para la prevención del suicidio y nuestro sitio web trata temas relacionados con la prevención del suicidio y con nuestra acción comunitaria para prevenir el suicidio. A nadie escapa que la mayoría de las personas que llegan a nuestros sitio fueron, de un modo y otro, afectados por el drama del suicidio, y son miles: 1400 visitantes nuevos solo en los últimos 30 días. Si pensamos que muchos de ellos han sufrido o están sufriendo por la pérdida de un ser querido a causa de suicidio, por sus propios pensamientos suicidas o por los de un familiar cercano, parecería macabro alegrarse porque el número de visitas crezca mes a mes. Por supuesto, no nos alegramos de que todas esas personas sufran por lo que el suicidio representó en sus vidas. Ese problema es preexistente. Todas esas personas ya estaban, tal vez sufriendo en silencio por lo que les pasó o lo que les está pasando, y seguramente son muchísimas más. Nos alegramos de que nos hayan encontrado, porque estamos convencidos de que hablar de lo que nos duele es la forma de elaborar nuestro dolor; y porque creemos en la ayuda mutua por lo que estamos seguros de que compartir nuestro dolor nos ayudará a sobrellevarlo. Por eso seguiremos haciendo difusión, en la medida de nuestras posibilidades, para que cada vez más personas afectadas por el drama del suicidio nos encuentren. Y también nos alegraremos cada vez que un visitante nuevo llegue a nuestro sitio web.