En uno de los grupos de esta semana se habló de abuso sexual infantil. Sé, porque lo leí en algún lugar, que el maltrato que recibimos en la infancia aumenta el riesgo de sufrir pensamientos suicidas a cualquier edad, pero una cosa es saberlo y otra es poder verlo en directo. La mitad de los presentes, que nos reunimos para hablar sobre el tema del suicidio y no sabíamos que se hablaría de abuso sexual infantil, declararon haber sufrido abusos sexuales o al menos ultrajes graves durante su infancia. Y creo que en la otra mitad que se quedó en silencio también había varios casos. Confesar los abusos que sufrimos en la infancia por parte de las personas que supuestamente debían cuidarnos es difícil, doloroso y humillante, es lógico que muchos no se animen o no puedan hablar por el dolor que esos recuerdos le producen. Sin embargo, y aún contando solo los que hablaron, la proporción es enorme. No puede ser casualidad. Qué en un grupo que se reunió para hablar sobre el tema del suicidio se presenten tantos casos de abuso y maltrato infantil marca claramente que hay una relación.
El pasado no lo podemos cambiar, a los que sufrimos maltratos en la infancia solo nos queda sanar nuestras heridas hasta donde podamos y seguir adelante. Pero como adultos esto nos marca un compromiso ineludible: Cuidar las infancias. El abuso sexual y el maltrato en la infancia no son los únicos factores de riesgo de la conducta suicida, otros pueden llegar al suicidio desde otras historias, pero estoy seguro de que una infancia cuidada es la acción más importante que podemos hacer para construir una sociedad mejor y con menos riesgo de suicidio.
Los niños no pueden defenderse, pero de grande si,ahí entra la ayuda profesional y el amor del que nos quiera dar