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Prevención del Suicidio en la Infancia


Prevención del Suicidio en la Infancia


La infancia es una etapa fundamental en el desarrollo humano, repleta de descubrimientos, aprendizajes y, desafortunadamente, de desafíos emocionales y traumas que pueden afectar profundamente a los niños. Aunque el suicidio pueda parecer un concepto lejano cuando se habla de infancia, la realidad es que los suicidios infantiles son cada vez más frecuentes y que los traumas no resueltos de la infancia son un factor de riesgo para la conducta suicida a cualquier edad. Por eso, la prevención del suicidio en la infancia es un asunto que requiere formación, empatía y acción por parte de todos.


El suicidio en la infancia, aunque menos común que entre adolescentes o adultos, no es un fenómeno aislado. Factores como el bullying, la violencia familiar, el abuso sexual en la infancia, la ausencia parental, el aislamiento social, problemas de salud mental no tratados y trastornos del desarrollo pueden contribuir a que un niño sienta que no hay salida a su sufrimiento. En muchos casos, estos pequeños no tienen las herramientas necesarias para expresar su dolor ni para buscar alternativas y, contrariamente a lo que solía creerse, sí tienen el desarrollo cognitivo necesario para imaginar su muerte por suicidio como vía de escape a su sufrimiento.


Es importante que padres, maestros y cuidadores estén atentos a las señales que un niño pueda estar mostrando. Algunas de las señales de alerta pueden incluir:


-Cambios drásticos en el comportamiento, como una repentina agresividad o un notable retiro social.


-Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba.


-Cambios en el rendimiento escolar.


-Expresiones de desesperanza o de sentirse una carga.


-Menciones directas o indirectas al suicidio o autolesiones.


Reconocer estas señales puede ser el primer paso hacia la intervención y el apoyo fomentando un ambiente seguro, abierto y contenedor donde el niño pueda expresar lo que siente sin temor a ser juzgado. Sin embargo, como siempre decimos, estas señales pueden no estar presentes, no ser claras o por cualquier otro motivo no ser detectadas por los adultos cercanos, por lo que ese ambiente seguro, abierto y contenedor debería estar siempre disponible para todos los niños y niñas, independientemente de que hayamos notado señales de advertencia.


La comunicación abierta es esencial en la prevención del suicidio. Aquí hay algunas estrategias que pueden ayudar:


Fomentar el diálogo: Crear un espacio seguro donde los niños se sientan cómodos hablando sobre sus sentimientos. Pregunte regularmente cómo se sienten y hágales saber que está bien expresar emociones, sin miedo a ser juzgados.


Validar sus sentimientos: Asegúrese de que los niños comprendan que lo que sienten es válido. A menudo, los niños pueden sentirse incomprendidos; al validarlo, se les brinda una gran comodidad. Por ejemplo, si un niño dice sentirse triste por haber perdido un juguete muy querido para él y le decimos "No es nada, ya va a pasar" no estamos validando lo que siente y le estamos enseñando a ocultar sus sentimientos. En cambio si le decimos "Me imagino cómo te sentís" y hablamos del tema, por ejemplo compartiendo anécdotas en que nosotros mismos estuvimos tristes por haber perdido algo, sentirá que sus sentimientos son válidos y estará dispuesto a hablar de ellos en otras oportunidades,


Educar sobre la bienestar emocional: Introducir a los niños conceptos básicos sobre la bienestar emocional puede ayudarles a reconocer sus propios sentimientos y los de otros. Explorar libros y recursos adecuados para su edad es un buen punto de partida.


Fomentar la resiliencia: Ayudar a los niños a desarrollar habilidades de afrontamiento y resiliencia puede ser crucial. En esto el ejemplo es importante. Muchos padres creen que deben ocultarles a los niños sus problemas, sus angustias y sus preocupaciones para que nada de esto se le "contagie" a los niños, sin embargo, los niños no necesitan ver a sus padres eternamente felices, pero sí necesitan verlos luchar por estar mejor. Es este ejemplo lo que les servirá a ellos mismos cuando enfrenten las vicisitudes de su propia vida.


Más allá de la familia, es fundamental que las escuelas y la comunidad en general se involucren en la prevención del suicidio en la infancia. Capacitar a los educadores en identificación de riesgos y intervención temprana puede salvar vidas. Programas de concienciación y talleres para padres y cuidadores pueden ser herramientas valiosas para construir un entorno más comprensivo.


Y por último, si los adultos notan signos preocupantes, es importante buscar ayuda profesional. Psicólogos, psiquiatras y psicopedagogos son recursos valiosos para proporcionar la atención y el apoyo necesarios. Nunca es tarde para buscar intervención, y un profesional puede ayudar tanto al niño como a la familia a transitar estos difíciles momentos.


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