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Importancia del Autocuidado en la Prevención del Suicidio

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Importancia del Autocuidado en la Prevención del Suicidio

Tal vez piensen que no te va a pasar, y tal vez nunca te pase, pero la realidad es que más de la mitad de la población mundial han tenido o tendrán pensamientos suicidas a lo largo de su vida. Ellos también pensaron “A mí no me va a pasar”. El suicidio es un problema de seguridad personal subestimado. Posiblemente cause más muertes al año que los accidentes de tránsito, sin embargo tomamos cientos de precauciones para prevenir accidentes de tránsito y ninguna para prevenir el suicidio, incluso tomamos medidas para prevenir los accidentes fatales por caída de rayos que son al menos mil veces menos probables que el suicidio. Y está bien que así sea porque cada vida es valiosa pero, ¿por qué no tomamos precauciones para protegernos y proteger a nuestros seres queridos del riesgo de suicidio? Tal vez sea por esta falsa sensación de seguridad que nos brinda la creencia de que a mí y a los míos no nos va a pasar.


En esta nota proponemos tomar en serio la prevención del suicidio que, como también sucede frente a otros riesgos, debería comenzar por uno mismo. Además se proponen algunas medidas de prevención muy simples para poner en práctica ya mismo. Sin embargo, para que se entienda la necesidad de estas medidas, me gustaría contar en términos generales cómo es que aparecen los pensamientos suicidas.


El imaginario popular nos dice que el suicida es una persona que de repente se encuentra frente a un hecho terrible por lo que decide suicidarse. Puedo afirmar en primera persona que esto no sucede así. Yo he llegado a pensar en el suicidio por cuestiones que ahora me parecen triviales y otras personas que transitan situaciones verdaderamente dramáticas nunca piensan en el suicidio. ¿Cuál es la diferencia? Una diferencia importante son los recursos con que cuenta cada uno para afrontar las vicisitudes de la vida sin recurrir a pensamientos suicidas. El autocuidado consiste en fortalecer esos recursos antes de que ese problema terrible aparezca. No hay situación en la vida que una persona con suficientes recursos internos no pueda transitar sin pensar en el suicidio. Algunos de estos recursos que todos podemos cultivar son los siguientes:


1- Fortalecer la resiliencia: Las personas resilientes enfrentan los problemas de la vida con decisión, tomándolos como desafíos en el convencimiento de que podrán cambiar lo que se pueda cambiar o aceptar lo que no puedan y que, al final, saldrán fortalecidos de cada prueba. Lamentablemente esta actitud no aparece naturalmente en todas las personas, pero lo bueno es que puede ser entrenada. Por suerte la vida nos presenta infinidad de pequeños problemas cotidianos que nos podrían servir de entrenamiento para que, cuando aparezca un problema verdaderamente grave, podamos afrontarlo con una actitud resiliente.


2- Promover el bienestar emocional: El sufrimiento emocional no es un estado natural, no deberíamos aceptarlo como tal. Una vida con bienestar emocional no sólo es más placentera sino que nos permite adoptar una actitud más positiva cuando los problemas graves aparecen. Por ese motivo es importante llevar una vida saludable, dedicarle tiempo al ocio y a actividades placenteras, practicar yoga, meditación o técnicas de relajación, buscar proyectos que nos generen entusiasmo, y si todo esto no es suficiente para sentirnos bien, recurrir a un profesional de la salud mental. Lo importante es no descuidar nuestro bienestar emocional porque será nuestro principal capital frente a las inevitables vicisitudes de la vida.


3- Promover la integración social: Para conseguir este bienestar emocional es condición necesaria estar socialmente integrados. Cuidar las relaciones familiares o de amistad, establecer diálogos frecuentes con compañeros de trabajo o allegados, realizar actividades grupales, etc. Somos seres sociales, por eso el aislamiento es una de las principales causas de sufrimiento emocional. Además, contar con una red de relaciones, también puede ser útil para pedir ayuda cuando la necesitemos.


4- Aprender a pedir ayuda: Con frecuencia se nos dice que si tenemos un problema grave, como puede ser el pensamiento suicida, debemos pedir ayuda. Pero la realidad es que será difícil que lo podamos hacer si no sabemos cómo. Pedir ayuda también es una habilidad que se puede entrenar. Si tomamos la costumbre de buscar ayuda frente a problemas menores, sabremos hacerlo si aparecen problemas realmente graves.


5- Promover la autoestima y la autocompasión: Podría decirse que un suicida es una persona que se valora tan poco que ya no lucha por su vida, o una persona que juzga tan duramente sus acciones que siente que no merece vivir. Antes de llegar a este punto: ¿Cómo andamos cada uno de nosotros de autoestima y autocompasión? ¿Realmente nos aceptamos tal como somos? ¿Solemos sentirnos responsables o culpables por todo? ¿Qué nos dice nuestro diálogo interno? Tal vez sea el momento de comenzar a cuidar nuestras palabras y nuestros pensamientos sobre nosotros mismos. Reconocer que somos seres valiosos y que como humanos somos falibles y tenemos derecho a equivocarnos. Si nuestro diálogo interno nos dice otra cosa sería importante confrontarlo. Antes de llegar al extremo del pensamiento suicida deberíamos aprender a querernos más.


 

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