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El amor como herramienta para enfrentar al pensamiento suicida


El amor como herramienta para enfrentar al pensamiento suicida

Mi relación con mi mamá se fue agravando con los años. Las cosas que me decía, a mi, y a mis hermanos cuando había un conflicto, o cuando cometíamos algún error, me desarmaron. A pesar de que sabía que se educó y creció en un hogar de muchísima violencia, no terminé de entender el daño que nos hacía, que más que físico fue psicológico. Mi papá comenzó a interceder desde que se enteró de mi primer intentó de suicidio. Mi mamá no lo supo hasta el segundo intento. Y en ese lapso los problemas con ella se hicieron insoportables, sobre todo porque yo continuaba estudiando en la facultad, y no estaba recibiendo asistencia psicológica. Ahora lo sé. A eso se sumaron conflictos sobre mi orientación sexual, que por supuesto ella no aceptaba. Me creí una vergüenza para la familia por eso.


En 2021 conocí a una persona con la que nos hicimos daño. Logramos parar y ofrecernos disculpas, pero ella quería controlar mi vida. Lamentablemente con ella terminé de aceptar mi orientación sexual, y eso le molestó a tal punto de que las cosas que me decía ya no solo eran violentas sobre mi cuerpo, o mi persona, si no también homofóbicas en general. En ese mismo año decidí no tener más contacto, y comenzó a acosarme hasta el presente. Tenía 18 años, y cuando mi mamá se enteró me obligó a pedirle disculpas. También junto con mi papá, fueron a hablar con su madre cuando les pedí ayuda. Después no más. Esto para ella fue un problema ridículo de adolescentes que no crecieron. En cada oportunidad me lo repetía.


Mis acciones no fueron suficientes para ser el pilar de mis hermanos o de mis abuelos, ni siquiera se acercaban a eso. Pensé que no paraba de causar problemas y daño. Cuando mi mamá me dijo que era un monstruo le creí, y lo confirmé por todas las cosas que sucedieron.


Hoy tengo 20 años. Mi primer intento de suicidio fue un sábado 8 de abril, ya hace casi un año y cuatro meses. Ese día mi mamá me corrió de la casa momentáneamente a la mañana. Me intenté matar tres veces. La última me internaron. En el sanatorio tuve la suerte, la dicha de estar muy contenida y cuidada por enfermeras, enfermeros, médicos, todo el personal, y además, continuar siendo asistida hoy por excelentes profesionales que desde el principio estuvieron. Un psiquiatra y una psicóloga con los que tengo sesiones. Sigo una medicación. Tengo una hermosa familia que me sostuvo a pesar del inmenso daño que les hice reiteradas veces. Al principio intenté seguir adelante tratando de arreglar todo lo que les hice, pero me di cuenta de que eso no se puede enmendar con nada.


Ahora lo hago porque pienso que todavía queda una parte buena en mí y puedo ayudar mucho en cada una de sus vidas. No sé si las razones por las cuales tomé esa decisión son válidas. Lo que pienso y creo es que al hacerlo escupí el bello regalo de la vida que me otorgó Dios. Siento que cada vez que lo intenté, fui perdiendo humanidad. Pienso que es una mancha, una tras otra, que ya no se quitan, pero todavía hay pequeños lugares limpios. Esto es porque siento que intentar quitarme la vida, es eso, despreciando todo el amor que existe en personas, animales, todos los seres vivos, solo por el odio y el dolor, que justamente el amor viene a curar, y en mi caso tenía y tengo de sobra. Pero mientras siga estando aquí, el amor nos encontrará, nos alcanzará en cualquier lugar en donde estemos, en cualquier manera, situación en como estemos, y mediante diferentes formas. Por ello es posible vivir llevando ese dolor de esas acciones por dentro. No sé si publicaran esto, mi única intención es que pueda ayudar a comprender, a quien este leyendo esto, otros pensamientos. Y especialmente para que las personas que piensan y sienten lo mismo, no se sientan solas. Muchas gracias de nuevo.


 

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